No es sólo Rosario o el conurbano caliente. El narcotráfico está desatado en el corredor del Rio Uruguay. Ver las consecuencias devastadoras en nuestros chicos arrastrados a las drogas y al delito, y las familias destrozadas por este flagelo tiene que ser un fuerte llamado de atención.
Los operativos judiciales y de las fuerzas de seguridad que se han realizado son insuficientes. Hay barrios donde los vecinos asisten, asombrados, a los movimientos de narcos que muestran manejo de dinero, armas, motos y vehículos, y captan a jóvenes desprevenidos que terminan en sus redes, consumiendo y delinquiendo.
El silencio de las autoridades es parte del problema. Hace unos días conocimos con estupor el caso de un nene de tres años que ingresó al Hospital de Gualeguaychú con cocaína en sangre, y se han reportado casos de bebes que ya nacen adictos. Especialistas advierten de las operaciones de las bandas narcos rosarinas en Entre Ríos y del desembarco del cartel de Sinaloa.
Días atrás, en un operativo cinematográfico, ocho sicarios mataron a un jefe narco de Paraná en su casa del departamento Diamante. Posteriormente, las fuerzas federales frustraron un plan de fuga de un importante jefe narco rosarino, en prisión en Ezeiza, a través de un helicóptero que estaba alojado en un hangar de Gualeguaychú, con un piloto de esa ciudad.
El Río Uruguay se ha convertido en una nueva ruta para el tráfico de droga que tiene como destino final a Europa pero que también abastece a los narcos locales.
Pobladores de campos y de islas en Costa Uruguay Norte y en el Río Uruguay, dan testimonio del vuelo habitual de aviones que descienden en la zona o efectúan vuelos rasantes como así también de lanchas que, al amparo de la oscuridad o el anonimato, navegan desde la costa argentina hacia algún puerto uruguayo. Días atrás, Gendarmería Nacional ha secuestrado cargamentos de precursores químicos que se usan para elaborar cocaína. Todos iban de Argentina hacia el Uruguay, y algunos provenían de Paraguay.
El Bajo Río Uruguay hoy está internacionalizado. En el puerto del ex Frigorífico Anglo, del lado uruguayo, operan buques paraguayos. En el puerto oficial de Fray Bentos el gobierno uruguayo autorizó a Bolivia a usar sus instalaciones. Muy cerca hay presencia de fuerzas de Estados Unidos en acuerdo con el gobierno uruguayo para patrullar el Río Uruguay con instrumental americano. Aguas abajo está el puerto de aguas profundas de Nueva Palmira donde la Prefectura uruguaya controla la zona con drones. Mientras tanto, la Prefectura argentina no puede navegar con sus embarcaciones por esa extensa región por falta de combustible. El Escuadrón de Gendarmería de Gualeguaychú solo cuenta con 120 efectivos y tiene guardadas numerosas motos en depósito porque no funcionan las baterías que deben ser renovadas y no reciben recursos para hacerlo.
Lo que sostengo está respaldado por procedimientos judiciales, operativos de fuerzas de seguridad y la valiente investigación de periodistas que se animan a contar la verdad. La ubicación geográfica de Entre Ríos y su cercanía con rutas del narcotráfico la hacen un lugar clave desde la logística para ese comercio ilegal.
En el bajo Río Uruguay ya se encuentra en el cénit del proceso de colonización por parte del crimen transnacional. Se necesita una urgente reacción de las autoridades y que se dote a la justicia y las fuerzas de seguridad de mayor presupuesto e infraestructura.
El narcotráfico provoca muertes, violencia, corrupción. Degrada a las personas, destruye hogares y aniquila presentes y futuros.
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