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Columnistas

La diáspora del radicalismo que es funcional a Javier Milei

Cuál es el difícil momento que atraviesa la UCR. Quienes están detrás de la disputa entre quedarse en el centro, o ir por una nueva alianza en reemplazo de Juntos por el Cambio.

“Qué haría Raúl Alfonsín si tuviera de un lado a Javier Milei y del otro a Cristina Kirchner”, se pregunta un referente radical. Cree que estaría alejado de ambos, y promovería una tercera posición. Pero una cosa es si el que conduce es Alfonsín, y otra muy distinta la que ocurre hoy: la UCR no tiene liderazgos.

Algunos observan una situación similar a la que ocurrió tras el fracaso de la Alianza UCR-Frepaso. En el 2003, Leopoldo Moreau fue el candidato por el radicalismo y sacó un lastimoso 2,3%. La crisis duró varios años.

Quienes apuntan a Gerardo Morales y a su sucesor, Martín Lousteau como responsables de la diáspora, afirman que empezó un año antes de la catástrofe de Juntos por el Cambio. Cuando Morales acordó la estrategia Horacio Rodríguez Larreta presidente, Lousteau jefe de gobierno porteño y él, en un lugar relevante en un eventual gabinete nacional.

Hubo dirigentes que quedaron afuera. Algunos se cobijaron bajo la postulación presidencial de Facundo Manes, pero duró poco. Cuando se bajó, algunos cerraron con el larretismo y otros se fueron con Patricia Bullrich.

Pero todos perdieron. El PRO se repuso pronto pero la UCR quedó diezmada. “El radicalismo está en un no lugar”, define un dirigente de la vieja guardia.

Morales impulsaría luego a Lousteau como presidente de la UCR, según sus críticos, con un ánimo revanchista contra quienes no lo siguieron. La reacción fue que varios gobernadores como Alfredo Cornejo (Mendoza) o Gustavo Valdés (Corrientes) no se encolumnaran nunca detrás de la conducción partidaria.

A dos meses de asumir Lousteau, un episodio lo reflejó. Valdés fue a recibir al aeropuerto a Milei que iba a un evento en su provincia pero que no le había avisado y venía criticando con dureza a la oposición. Esa foto generó malestar en la cúpula partidaria y en otros mandatarios provinciales. “Me importa tres carajos lo que piense Lousteau. Era ministro de Economía de Cristina Kirchner, a mí no me va a marcar la cancha dentro del radicalismo”, lanzó. Era sólo una muestra de lo que vendría después.

Los dirigentes cercanos a Lousteau sostienen que “a los caciques provinciales les conviene no tener una identidad nacional, así pueden negociar sin problemas. Por eso los gobernadores no quieren liderazgos, en especial de los centros urbanos”.

Podría decirse que hoy hay tres tribus en la UCR. La de los gobernadores que, según uno de ellos, juntos hacen “política fiscal” más que partidaria por el reclamo de fondos al Gobierno.

Otra es la de Lousteau, aunque Evolución Radical quedó disminuida por diferencias con algunos diputados como De Loredo, Martín Tetaz o Alejandro Cacace. Así, cobró protagonismo Emiliano Yacobitti, más acostumbrado desde la UCR porteña y la UBA a enhebrar acuerdos por debajo de la mesa. Como cuando negociaba proyectos con Sergio Massa o dialogaba con Santiago Caputo para descomprimir la marcha universitaria, que terminó siendo multitudinaria e impactó en el Gobierno.

Y un tercer grupo cuya referencia de peso es el senador nacional y titular de la UCR bonaerense, Maximiliano Abad con el apoyo de los experimentados Ernesto Sanz y Jesús Rodríguez, entre otros dirigentes del interior.

Demasiadas divisiones

La atomización radical queda expuesta en el Congreso. La situación es tan inédita que en Diputados y el Senado hubo radicales que acompañaron al Gobierno, otros que las rechazaron y algunos que se abstuvieron.

Ahora está en el foco la votación de la Ley Bases en el Senado. Allí la UCR cuenta con 13 senadores, uno de ellos el presidente del partido, Lousteau, pero no responden a él. Tampoco al jefe de bloque, el correntino Eduardo Vischi, a quien sus pares de bancada cuestionan por no conducir y no haber “puesto la cara” cuando se votó el aumento en las dietas.

“El radicalismo no tiene una posición orgánica por lo que voy a ejercer el rol de cámara revisora evaluando punto por punto el proyecto. También me gustaría que los gobernadores vengan al bloque para que nos cuenten que fue lo que acordaron con el gobierno y después de eso voy a tomar de la decisión”, aseguró Abad, que se consolida como uno de los referentes en el Senado.

Abad motorizó la convocatoria ante Vischi y finalmente los cinco gobernadores radicales Pullaro (Santa Fe), Cornejo (Mendoza), Valdés (Corrientes), Leandro Zdero (Chaco) y Carlos Sadir (Jujuy) estarán aquí el martes por la tarde para reunirse con los legisladores.

Futuro incierto

Una encuesta que circula entre radicales afirma que el 80% de su electorado apoya y quiere que le vaya bien al gobierno de Milei. Y la mesa chica del Presidente está muy al tanto de la diáspora de la UCR.

No es casual el sorpresivo elogio de Milei a De Loredo, jefe del bloque de diputados de la UCR, por su tarea para aprobar la Ley Bases. El oficialismo ve a Lousteau más cerca de la posición del kirchnerismo y busca que queden bien definidas dos aguas: un frente liderado por Milei junto un sector del PRO, de los radicales y los peronistas no kirchneristas; y del otro lado Cristina.

En el radicalismo no creen que sea descabellada esa lectura de la Casa Rosada. Saben que las mejores elecciones de la UCR son las legislativas porque permiten abrir las listas a extrapartidarios y ganar en legisladores provinciales y concejales.

Ponen el caso de Mendoza, donde el gobernador Alfredo Cornejo sabe que su electorado es pro Milei. Para colmo el ministro de Defensa, Luis Petri, -que compitió contra él en internas- va todos los fines de semana a la provincia a hacer política. Por eso Cornejo se acerca al Gobierno.

“No comprendo a los radicales que quieren que a Milei le vaya mal y creen que la alternativa podemos ser nosotros. Ese lugar hoy lo ocupa el kirchnerismo, con Cristina”, afirma Cornejo en una entrevista con Clarín este domingo. Un deja vu más de la política; el gobernador mendocino fue uno de los artífices de la transversalidad -los Radicales K- que llevó a Julio Cobos a ser vice de Cristina Kirchner en 2007.

Lo mismo podría pasar con De Loredo en Córdoba, cuya banca vence en 2025. Podría acordar lugares en su lista con La Libertad Avanza. Más difícil será el armado en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, distritos que son la cara visible de lo que queda de un partido nacional.

“Le va a costar mucho al radicalismo transitar los próximos 2 o 3 años porque no hay un liderazgo unificador”, admite una de las voces escuchadas dentro del partido.

En el oficialismo radical no creen que haya una disgregación y estiman que la UCR deberá plantarse en el centro porque de lo contrario los libertarios buscarán relegarlos en una eventual alianza. Los más escépticos creen que si al Gobierno le va bien, buena parte de la UCR terminará dentro de la coalición con Milei a la cabeza como lo hizo con Juntos por el Cambio. Si Alfonsín viviera….

Walter Schmidt

Fuente: CLARIN
opinión el radicalismo Raúl Alfonsín Javier Milei

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