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Columnistas

La venganza contra los impuros y la tesis del “caos constructivo”

El Presidente escala el conflicto con el sistema político para “exponer a la casta” y presiona con la caja en busca de una rendición; el show con Trump y los riesgos de la rebelión patagónica 

Javier Milei hace de la obstinación una virtud principal. “Yo no freno nunca. Acelero siempre”, dice cuando alguien pone en duda la rigidez de sus convicciones. Concibe cualquier obstáculo como una prueba de carácter y responde a la adversidad como si una fuerza superior lo empujara a revalidar los objetivos.

El fracaso de la ley fundacional de su gestión, dos semanas y media atrás, reforzó al Presidente en su idea de que debe gobernar contra el sistema político. Los puentes que tienden sus subordinados son de papel. Los quema desde su cuenta de Twitter, el látigo para azotar a “la casta”, pero sobre todo con el ejercicio inclemente del poder que da administrar la caja del Estado. A su juicio negociar es el prólogo de una claudicación.

Aferrado a esa aspereza, le toca enfrentar una rebelión sin precedente, que une a casi todos los gobernadores sin distinción de ideología y que agrieta a legisladores que se habían asumido como oficialistas de baja intensidad.

El chubutense Ignacio Torres, un hombre del Pro, encendió la mecha cuando amenazó con interrumpir el suministro de petróleo de su provincia si Milei no le repone 13.000 millones de pesos que la Nación le descontó de la coparticipación federal en los últimos días. De inmediato lo apoyaron sus colegas patagónicos, después se sumaron los de Juntos por el Cambio y en paralelo se solidarizaron peronistas y kirchneristas –que ahora parece no ser lo mismo–.

Que se haya gestado un frente común, por mucho que pueda ser pasajero, acentúa la incertidumbre sobre una duda central de la Argentina 2024 y que puso sobre la mesa la subdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, durante su visita al país: ¿qué viabilidad política tiene el plan de Milei, un presidente sin partido propio y en clara minoría en el Congreso, para sacar a la Argentina de la senda de estancamiento y alta inflación?

Al Presidente lo ofende la duda, cuentan en su entorno. Se considera validado para hacer el ajuste porque es lo que prometió en la campaña y lo aprobó el 55% de los electores en el balotaje. Dice que no lo van a mover de su posición. “Son hijos del rigor”, responden en la Casa Rosada sobre los gobernadores, a los que asocian con una estirpe de “gastadores seriales”.

Mete a todos en la misma bolsa. A un peronista que lleva 28 años en el cargo, como Gildo Insfrán, con los recién llegados –como Torres– que asumieron en diciembre con un discurso de austeridad y vocación reformista. “Me dan asco”, escribió en sus redes mientras volaba a Washington para asistir a la conferencia conservadora en la que se abrazó a Donald Trump. En el comunicado que mandó a emitir por la Oficina del Presidente en respuesta a Torres hizo mención explícita de apenas cuatro nombres: los kirchneristas Axel Kicillof (Buenos Aires) y Ricardo Quintela (La Rioja), más los hasta ahora colaborativos Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Jorge Macri (CABA). “Deben entender que la Argentina eligió un cambio”, sermoneó.

Durante el vuelo le dio “me gusta” en Twitter a 442 mensajes, en su mayoría agresiones o chicanas contra “la casta”. “Mientras tuvo señal, estuvo literalmente cagándose de la risa leyendo los tweets sobre el papelón de Nachito (Torres)”, escribió Santiago Oría, el cineasta que está a cargo del relato audiovisual del Presidente y lo acompaña a todos los viajes internacionales. Un pequeño gustito entre tanto ahorro.

La semana cerraba como un círculo: la empezó en Corrientes calificando de “nido de ratas” al Congreso y de “traidor” a un liberal respetado en todo el espectro de sus aliados posibles como es Ricardo López Murphy. Gopinath se estará preguntando cómo piensa cumplir Milei la promesa que le hizo de buscar la sustentabilidad política para su duro plan de ajuste de la economía.

Y de paso, ¿qué pensará Anthony Blinken, el secretario de Estado de Joe Biden, después de ser recibido con honores en la Casa Rosada y al día siguiente ver a Milei temblar de emoción al conocer en persona a Trump? “Somos distintos, todos tienen que aprender a entenderlo”, se ataja un funcionario que no ve contradicción en los movimientos del Presidente respecto a Estados Unidos.

En la convención conservadora Milei disertó sobre filosofía económica con guiños a la tribuna trumpista, pero sin distraerse de la denuncia contra los “políticos ladrones”, la categoría en la que engloba a todos los que no se cuadran ante su obra y pensamiento.

Uno de los gobernadores de Juntos por el Cambio se lamenta: “El equilibrio fiscal es una meta noble para la que tiene un respaldo pocas veces visto, pero si intenta conseguirlo a la fuerza, con aprietes, insultos y sin medir las consecuencias sociales se puede meter en un callejón muy complicado”.

A los jefes provinciales los tiene perplejos la lógica de intervención política de Milei. El caso de Chubut desató la camaradería de norte a sur porque lo tomaron como un caso extremo de lo que consideran una “venganza” por el fracaso de la ley ómnibus.

La poda de fondos de coparticipación (es decir, automáticos) a Torres se sostiene en la ejecución de una deuda acumulada con el Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial (FFDP) que tomó el antecesor de Torres, el massista Mariano Arcioni. El contrato indicaba una actualización por CER, que en un contexto de altísima inflación provocó un aumento exponencial del monto a pagar. Ante un incumplimiento existe la posibilidad de retener dinero del reparto federal de impuestos que le corresponde a la provincia.

Torres explicó que desde que asumió, en diciembre, envió tres cartas al ministro de Economía, Luis Caputo, para pedir una refinanciación a tasas menos gravosas o incluso una cancelación con recursos obtenidos de emisión de títulos de deuda garantizados con regalías.

El recorte de los giros automáticos empezó esta semana. Torres intentó una gestión con Macri, que no llegó a buen puerto. Mientras, en público, el gobernador hacía declaraciones conciliadoras hacia el Gobierno, valoró la política de equilibrio fiscal y expresó su intención de que a Milei “le vaya bien”. El miércoles un juez de Rawson hizo lugar a una medida cautelar que pidió el gobernador contra el recorte de los subsidios al transporte que dispuso Caputo. Desde ese día Chubut dejó de percibir 9000 millones de pesos correspondientes a la coparticipación. ¿Casualidad o medida ejemplificadora?

En situación similar a la de Chubut, por deudas con el FFDP, hay otras provincias a las que aún no le han ejecutado el pago con dinero de los impuestos. Una de las que está evitando la motosierra es Tucumán, cuyo gobernador, el (ex) kirchnerista Osvaldo Jaldo, fue el único que no se plegó a la solidaridad con Torres.

Pero el resto explotó cuando los patagónicos empezaron a expresar su indignación en el grupo de WhatsApp que comparten los 24 jefes provinciales.

Torres cruzó el Rubicón el viernes con la amenaza pública del boicot petrolero. En minutos se armó un bloque sólido. Se sumó incluso el salteño Gustavo Sáenz, massista en recuperación, que a principios de semana había organizado una cumbre con el ministro del Interior, Guillermo Francos, para ofrecerse como gestor de una recomposición del diálogo con las provincias.

Policía malo

Milei lo deja operar a Francos, pero a menudo dinamita lo que construye su querido exjefe en el grupo Eurnekian. El Presidente asume el papel de “policía malo” en el juego del poder.

En el fondo descree de la buena fe de casi la totalidad de sus contrapartes en la política. La derrota con la ley ómnibus lo irritó. Insiste que atrasará el desarrollo de la Argentina y que complica el destino del programa económico. Pero a todos los que lo visitan les dice estar convencido de que hay que dar la batalla, cueste lo que cueste. “Van a venir de rodillas a ofrecer ayuda”, dicen a su lado en alusión a los gobernadores. La lógica consiste en secarlos de fondos hasta que se rindan.

El duelo de legitimidad tiene doble filo. Los gobernadores también fueron votados el año pasado, con tantos o más votos que los que obtuvo él. Torres ganó con 35% en Chubut. El mismo porcentaje que Milei en la primera vuelta presidencial. ¿Qué vale más? En otros distritos la cuenta le sale en contra. Claro que el Presidente usa como referencia a su favor el balotaje, una instancia de polarización que no se dio en ninguna elección provincial de 2023.

La guerra con los gobernadores y el Congreso complica la vocación de revivir la ley ómnibus que venían expresando Caputo, Francos y otros ministros en los últimos días. Y abre la posibilidad de una crisis mayor, si los gobernadores patagónicos cumplen su amenaza de un boicot petrolero, que se ejecutaría a través de la acción de los gremios del sector.

Torres tuvo en su lista de diputados nacionales al jefe del sindicato petrolero de Chubut, Jorge “Loma” Ávila, a quien el Gobierno apunta por su actitud en el debate de la ley ómnibus. Faltó a la votación en general y se pronunció en contra del artículo 2 y de cinco incisos del artículo 5.

Gobernar como en campaña

Milei tranquiliza y arenga a sus funcionarios. Persigue algo que entre los libertarios han llamado el “caos constructivo”. Una forma de conflicto que a la larga da frutos, porque –a su juicio– expone a quiénes se involucran en la política solo para defender sus privilegios, reñidos con los de la población.

Es también, aunque nadie lo admita en la cima del poder, una forma de apoyarse en la bronca social hacia los políticos para extender la paciencia con el ajuste. En los últimos días se aceleraron los anuncios vinculados a la reducción del Estado: desde la intención de cerrar el Inadi (requerirá una ley) hasta la expulsión de cargos políticos camporistas que sobrevivían en el PAMI y la exposición de las cajas negras de los fondos fiduciarios. Habrá un anuncio al día en esa dirección. Contra “la casta” todo es más fácil.

La lista de “traidores” que Milei ordenó difundir después de la caída de la ley ómnibus es una expresión de esta estrategia de gobernar como en campaña. El castigo a los gobernadores que patalean por los recortes es un segundo escalón. “De esto va a salir un nuevo sistema, saneado por el voto de la gente”, aguijonea un funcionario del Gobierno. Es cierto que para 2025 falta una eternidad.

Semejante visión maniquea de la política interpela incluso a los aliados que el Presidente quiere seducir. Sobre todo al Pro y a Macri, a los que tentó en público con una alianza de gobierno dos semanas atrás. El conflicto con Torres es un flaco favor a quienes se entusiasmaron con acelerar esa convergencia.

Patricia Bullrich, que se niega a aceptar mansamente el liderazgo de Macri en el partido, echó leña al fuego al reprender a Torres (que aún recuerda la emoción de la ahora ministra cuando él ganó Chubut y ella voló a levantarle la mano). “Vas a quedar como Cataluña”, dijo Bullrich que le advirtió al gobernador cuando este le adelantó lo que pensaba decir sobre el suministro de petróleo.

Milei celebró en Estados Unidos la actitud de su ministra. En realidad, nunca en estos casi tres meses había salido todo el Gabinete a respaldarlo en una gresca política. Acaso porque nunca quedó tan clara la gravedad de la situación.

Pelearse con los gobernadores es una cosa. Hacerlo en medio de una catarata de paros sindicales y de la confluencia alcanzada entre piqueteros kirchneristas y de la izquierda parece una fase superior, en la que quizá no le alcance al Gobierno con “los tanques de las redes”, como llaman entre los libertarios al fuego virtual con el que asedian a sus enemigos.

El viernes Milei tendrá que meterse en el “nido de ratas” para abrir las sesiones ordinarias. El discurso lo prepara en secreto. Incluirá anuncios de leyes que van en el mismo sentido de desregulación, apertura comercial, achicamiento del Estado y ajuste fiscal. Prevé impulsar también una nueva fórmula de actualización previsional, a pesar de que esta semana dijo que los jubilados “son el sector que tiene el menor índice de pobreza”.

¿Tendrá otra oportunidad de “domar a la casta” o el conflicto seguirá escalando? En charlas privadas describe el caso de la ley ómnibus como un desvío menor.

Se compara con Lionel Scaloni después de perder con Arabia en el Mundial de Qatar. “Hay que insistir con el objetivo”, dice, con una luz de optimismo y otro ejercicio de obstinación militante. Describe así uno de los nudos que enfrenta la Argentina del ajuste: ¿cambiará Milei a la política o finalmente la política cambiará a Milei?

Martín Rodríguez Yebra

opinión Javier Milei domar a la casta caos constructivo

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