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Columnistas

Templanza

En plena tormenta, cuando el navío está a punto de sucumbir frente a poderosas olas que golpean inclementes, y las aguas se pasean por la borda, el buen capitán mantiene la templanza y la serenidad.
Dr. Ricardo López Göttig

Por Dr. Ricardo López Göttig

En plena tormenta, cuando el navío está a punto de sucumbir frente a poderosas olas que golpean inclementes, y las aguas se pasean por la borda, el buen capitán mantiene la templanza y la serenidad. Quizás por dentro esté invadido por el miedo, porque es humano, pero debe proyectar la imagen de un líder impertérrito ante el desastre inminente.

Esa templanza está hoy ausente, y es cuando más la necesitamos. Los principales responsables de los asuntos públicos, en lugar de enfrascarse en recriminaciones, acusaciones, chicanas y todo tipo de reyertas, deberían transmitirnos la tranquilidad de que vamos por el rumbo correcto a pesar de los tifones que nos rodean.

El carácter irascible, que aflora tan rápidamente, es el talón de Aquiles, ese punto débil conocido y evidente que utilizarán los rivales para aguijonear, una y otra vez, con el fin de debilitar la posición asumida. Es en estas circunstancias, y sobre todo ante la magnitud de lo mucho que nos falta por atravesar de la tormenta, cuando más se requiere del autocontrol. Emanuel Lasker, uno de los más grandes ajedrecistas de la historia, sostenía que no siempre había que elegir la mejor jugada, sino a veces aquella que ofuscara al adversario. De ese modo, el rival perdía la concentración y se sumía en la confusión y el enojo. Es preciso, siempre que se piense en una estrategia, en el peor escenario y actuar de acuerdo a esa circunstancia, para evitar el fracaso y alcanzar el éxito. Los rivales hacen lo que hacen, y no cambiarán.

Aquí no se trata de un torneo del cual podemos aprender de los errores, sino de asuntos públicos que conciernen a toda la ciudadanía, y que afectan a las generaciones del porvenir. Urge cambiar y practicar la templanza, asumir el carácter de estadistas y actuar de acuerdo a las formas de un gobierno republicano. Porque las urgencias del presente ya están golpeando las puertas y la confianza se desvanece.

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