Nota Editorial

El mensaje de esa noticia tiene relación directa con la honestidad como valor humano y con la ética que debe regir en cualquier empresa periodística que se precie de seria. Cuando nos referimos a la honestidad, concretamente lo hacemos pensando en la tristeza que nos provoca que todavía sigamos viviendo en el engaño.

Para construir un mundo mejor es necesario dejar de mentir. La mentira está presente no sólo en la noticia en sí, sino en todo lo que antecedió a su llegada a la luz, a la verdad y a la llegada a la opinión pública, algo que se produjo el miércoles en horas del mediodía.

Cuando recibimos en la redacción de nuestro pequeño proyecto de comunicación, la documentación que acreditaba la veracidad de los hechos narrados en la noticia, tomamos todos los recaudos legales y éticos antes de dar a conocer la misma y sólo cuando estuvimos seguros de la procedencia de la fuente y de la veracidad de las pruebas remitidas, procedimos a publicarla.

Invitamos a todos aquellos que se ríen en las redes sociales de la desgracia ajena, que dejen de hacerlo, pues un señor que pertenece a un partido político, fundado, nada más y nada menos que por el presidente de la Nación, se ha equivocado, ha hecho mal las cosas y seguro debe estar sufriendo. Nadie en su sano juicio puede reírse de ésta situación.

Este hecho es en sí, una desgracia para toda la sociedad de Catamarca. Pero no solo el hecho, hay otros actores en éste episodio y a ellos si debemos condenarlos enérgicamente, socialmente hablando.

Algún día deberíamos desterrar de nuestras vidas y de nuestro trabajo, el engaño, la mentira, el atajo, el chantaje y todas esas falencias, con las que damos el ejemplo, en este caso el mal ejemplo, en especial a la generación venidera y a nuestros hijos.

¿Saben una cosa? La documentación que acreditaba el titulo falso del funcionario público estaba en casi todas las redacciones de los principales diarios de Catamarca y no desde ahora sino desde hace bastante tiempo y sin embargo ninguno de esos medios periodísticos se dignó a hacerla pública. La transformaron en un "no dicho social".

No sólo ustedes, todos los catamarqueños de buena voluntad debemos preguntarnos ¿Por qué? ¿Quién nos informa a diario? Nos preguntamos y con razón ¿cuál fue la especulación para tapar, esconder o practicar la más perjudicial de todas las crónicas: la noticia postergada?

Antes padecimos la noticia del engaño, la falsedad y también de la ocultación. Hoy, mañana y quizás por mucho tiempo más, en Catamarca algunos medios de comunicación seguirán callando noticias a la ciudadanía y serán entonces noticias postergadas, ¿hasta cuándo?. Por si algún periodista desprevenido no lo sabe, la falsedad de un instrumento público es una noticia que por imperativo ético debe ser publicada, porque está en juego nada más y nada menos que la Fe Pública. Quienes conocieron el hecho y no lo publicaron tienen cierto grado de complicidad.

Si el periodismo conoce la verdad y no la informa, entonces no es periodismo.