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Política

Estupor y sospechas en el oficialismo por la reacción de Máximo Kirchner

Sentado en su sitial de presidente del cuerpo, Sergio Massa no podía disimular su rostro desencajado. No podía dar crédito a lo que acababa de suceder en el recinto de la Cámara de Diputados. El discurso de Máximo Kirchner, destemplado y cargado de ira, desbarató en un santiamén la estrategia que, a último momento, había acordado con el presidente Alberto Fernández de pedirle a la oposición una tregua para que el debate del presupuesto 2022 se pospusiera hasta la semana próxima. A esa altura, luego de infinitos intentos por quebrar a la oposición, ambos se habían convencido de que el oficialismo se encaminaba hacia una derrota segura a la hora de la votación. Una derrota que podía poner en riesgo las negociaciones con el FMI, en palabras del propio presidente.

¿Por qué Máximo Kirchner actuó de esa manera cuando la oposición, pese a todas las críticas, estaba dispuesta a concederle el pedido al oficialismo? Los diputados del Frente de Todos, a medida que se retiraban del recinto tras el rechazo del presupuesto, lucían desconcertados. No podían dar crédito a lo que acababa de suceder. Entre susurros, algunas voces admitían lo que ya sospechaban: que Máximo Kirchner, enemistado con Martín Guzmán y crítico de la política económica del Gobierno, decidió tirar del mantel y romper todo.

“Es un golpe a Alberto Fernández. No tiene otra explicación”, se lamentaba, cabizbajo, un hombre del riñón del massismo.

Otras voces, más contemplativas, buscaron justificar la actitud de su jefe de bloque. “La oposición estaba decidida a votar por el rechazo. Nada iba a cambiar de acá a la semana que viene. Se sintió extorsionado. Por eso actuó como actuó”, deslizaban.

Las palabras de Kirchner -que insistió en acusar a Juntos por el Cambio por la deuda contraída con el FMI- rompieron en mil pedazos el principio de acuerdo que se había alcanzado con la oposición para que la iniciativa retornase a la Comisión de Presupuesto. Al escucharlo se desató una batahola en el recinto y no hicieron otra cosa que enardecer a la oposición, que de inmediato dio marcha atrás y pidió la votación del presupuesto, a sabiendas de que sería rechazado. Así fue: 132 votos fueron negativos frente a 121 negativos y una abstención.

Producida la votación, un silencio sepulcral imperó en el recinto. Nadie aplaudió y los diputados se retiraron raudos, todavía desconcertados por lo que había sucedido. En el oficialismo se avecina un duro debate interno: muchas voces ya no ocultan su malestar por el manejo del bloque que realiza Máximo Kirchner. En la reunión de bloque que se realizó ayer, antes de la sesión, él y Massa habían asegurado a su tropa que tendrían los votos para aprobarlo. Que tenían el apoyo de los diputados radicales que responden a los gobernadores Gerardo Morales y Gustavo Valdés. Con esa confianza, los diputados del Frente de Todos bajaron al recinto. Después, durante el transcurso del debate, se encontraron con que la realidad era muy diferente. Pero ya era tarde para replanteos.

Laura Serra

Argentina ley de leyes Máximo Kirchner Presupuesto

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