Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $856,00 / $896,00
Dólar Blue: $1.020,00 / $1.040,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.018,94 / $1.076,39
Peso Chileno: $91,13 / $91,32
Sociedad

En el mes de la mujer, ...se escuchó una voz desde el fondo "Susanita, anda vos"

Apasionante relato de cómo una anciana, valiente mujer, se hizo cargo de un tramo de un vuelo de la Fuerza Aérea Argentina ante un hecho imprevisto a 10.000 metros de altura.

En 1986, estaba programado un viaje para ir a buscar a Mendoza al entonces presidente Alfonsín en el avión Tango 03, un turbohélice militar Fokker F27.

Al mando iba a estar el comandante Eduardo Valentini, experimentado piloto.

Como gesto de bien que lo caracterizaba, con tiempo buscó arreglar para que unos veinte o treinta viejitos pudieran disfrutaran el viaje con alguna comidita en Mendoza pagada por viáticos de la Fuerza Aérea y el regreso con el presidente, seguro matizado con alguna anécdota de boca misma de Alfonsín, al que le encantaban esas cosas...

Partiendo desde la 1ra Brigada Aérea, donde se guardaban los aviones presidenciales, lo acompañaba el copiloto Leonardo Sosa.

Entre las viejitas había una que resaltaba llamativamente. Estaba eufórica, hablaba y se fotografiaba con Valentini y con Sosa, les contaba anécdotas desde "cuando yo volé a Europa", hasta "cuando viajé al África", todos tópicos del mismo estilo.

Si algo le llamó la atención de esa viejita más que nada fue una pregunta que le hizo a Valentini como al pasar, "¿cuántas horas de vuelo tiene su primer oficial?".

Lo de "cuántas horas de vuelo", podía pasar como pura curiosidad de parte de alguien a quien le gustaba la aviación...

Pero un poco le llamó la atención cuando se dirigió a su copiloto como "primer oficial" ya que esa era la denominación técnica correcta de su asistente.

Evidentemente esa persona gustaba de los aviones en serio.

El vuelo trascendió sin sobresaltos en una mañana azul de abril, llegando al Plumerillo.

Ya en Mendoza, Valentini pagó de su bolsillo una comilona para todos los viejitos en su bodega preferida, y además junto a su primer oficial también, almorzó con ellos.

Valentini y Sosa, de común acuerdo, comieron un par de cazuelas de mariscos, eso sí, sin alcohol.

La vuelta con el Presidente debía ser con el debido cuidado y seriedad hasta Aeroparque.

El comandante Valentini recibe la noticia que Alfonsín al final no volvería en el Fokker, sino en auto ya que había decidido con sus funcionarios visitar localidades intermedias.

El regreso del avión programado a las 2000 hs se adelantó entonces a las 1800, así que envió a Sosa a la ciudad (no había celulares) para rejuntar al alegre grupo de viejitos.

A las 1815, ya estaban todos sentados con sus cinturones abrochados preparados para el despegue.

Valentini y Sosa habían decidido no cerrar la puerta de la cabina de control así que sus voces de chequeos previos podrían ser escuchadas claramente por los venerables pasajeros.

A las 18.20 estaban sobrevolando "El Plumerillo", con destino a la 1ra Brigada Aérea.

Ya posicionados en los 10.000 metros de altura, sucedió lo inesperado: el comandante Valentini y el comandante Sosa comenzaron a sentirse mal, empeorando.

Dolor de cabeza, de estómago, de cuerpo y vómitos por todos lados. Luego se sabría que los mariscos de las cazuelas estaban en mal estado.

El comandante Valentini directamente pasó el mando a Sosa, y se acostó retorciéndose en el piso de la cabina.

El comandante Sosa con un color de piel gris claro por la intoxicación, se mantenía en su asiento pero con un dolor de cabeza tal que no veía y vomitando cada dos por tres en las típicas bolsas de vuelo.

No había otra: el oficial principal Sosa era la única diferencia entre la vida y la muerte. De haber caído él, también se hubiera desplomado el avión.

Las alertas fueron disparadas a la torre de control. El comandante Sosa informa que no podía siguiera ver y que realmente no sabía cómo iba a ser la aproximación al aeroparque en control manual, una vez desactivado el vuelo por instrumentos (considerar 1986 que existían instrumentos de navegación pero lejos de los tan automatizados de hoy día).

Las dos azafatas con gestos de preocupación ordenaron al pasaje qué se abrocharan los cinturones y los instruyeron sobre la posición de impacto que deberían de tomar al momento del aterrizaje forzoso, si es que llegarán a poder aterrizar.

Según cuentan, aquella viejita que sobresalía del resto y había conversado tan insistentemente con los comandantes Valentini y Sosa, preguntó:

"díganos la verdad señorita: los dos pilotos están bien?"

"No señora, pero estamos al mando del copiloto así que todo va a terminar de la mejor forma. Ud. no se preocupe"...

La voz preocupada de un anciano desde el fondo de la última fila de asientos, se hizo escuchar:

"Susanita..., andá vos"...

Todo se dieron vuelta y miraron fijamente a aquella anciana. Había una emergencia.

Las azafatas, azoradas, también clavaron su vista en la abuela. ¿Ir...,

... adónde?

La pregunta de Susanita fue bastante directa:

¿"El primer oficial puede todavía realizar sus funciones como copiloto?"

"Sí, entiendo que sí...", le contestaron las azafatas.

Acto seguido y con unas confundidísimas azafatas que no sabían cómo reaccionar, aquella anciana Susanita fue rápidamente a la cabina de mando.

El avión estaba estable gracias a ese bendito invento del piloto automático. Lo complicado iba a ser aterrizar.

"Usted, ¿puede hacer lo suyo, oficial?", le preguntó a Sosa.

"Sí, señora no se preocupe yo me arreglo. Vaya a asegurarse a su asiento...".

Sin dudarla, Susanita tomó su lugar en el asiento del piloto.

Y a continuación, la boca de esa Susanita emitió (como una posesión casi instantánea), una precisa orden con una segura y gélida voz de mando que no admitía dudas:

"Sosa, aprovechemos el tiempo y deme las coordenadas..."

Entonces Susanita activó la radio y se comunicó con la torre de control. La siguiente comunicación (histórica, registrada en los archivos de Aeroparque y de la ANAC), y debería formar parte, algún día, de un buen libro:

"Informo unidad en problemas técnicos. Inicio viraje por izquierda rumbo dos-siete-cero, autorizar 150km ILS pista dos-cuatro Palomar, mantengo dos mil quinientos pies hasta establecido. Fokker Tango 03. Cambio."

-"Aquí torre de control, Palomar. Autorizado 150 km ILS pista dos-cuatro. Solícito informe T03 nombre comandante a cargo. Cambio".

"Hola chicos. Soy Susanita Ferrari. Bueno, hace 23 años que no vuelo y no sé si me acuerdo del protocolo. Acá les estoy dando una mano a los muchachos, cualquier cosa en que me puedan ayudar, les voy a agradecer".

" (... silencio de radio ... )" ...

"¿Chicos? ¿Torre de control Palomar, están ahí?"

"Señora, informados del inconveniente técnico a bordo, desplegamos en pista los sistemas de contingencia según protocolo. ¿Ud. será la señora Susana Ferrari de Billinghurst? Cambio".

"Así es chicos! Me sorprende que alguien se acuerde del nombre de esta vieja jajajaja. Cambio.”

"Sí, señora, ¡cómo no vamos a recordarla!"

"Comandante, la unidad y el personal a bordo queda enteramente a su cargo hasta los 150 km ILS. Esperamos sus órdenes para tomar el control final y conducirla a pista dos-cuatro Palomar."

"De parte de la torre Palomar, Ezeiza y Don Torcuato, es un honor que esté Ud ahí. Cambio y fuera”

Susanita, tan despierta y colorida como siempre estaba esta vez ingeniándoselas para llegar con sus pequeños pies a los mandos del piso del Fokker F-27 Friendship, tan cortita como era. Eso sí, una sonrisa de oreja a oreja cruzaba su pícaro rostro.

Su vuelo duró tan solo 38 minutos, logrando colocar el Fokker a los 2500 pies prometidos, a 150 km de distancia en línea recta a la pista dos-cuatro de la 1ra Brigada Aérea.

Ya solo había que descender plácidamente.

Justo en ese momento, Valentini se recompuso un poco, lo suficiente como para decirle a Susanita, con una mezcla de asombro y admiración:

"Comandante, me permitiría Ud. tomar su mando para aterrizar la nave?"

"Por supuesto Comandante!, un honor me haya permitido volar a éste amigo. Ah, Eduardo, otra cosa: Sosita ya está para que le dé un empujoncito para capitán, ¿eh? Sin él, yo no podría haber ido muy lejos!"

"Cómo no señora, como no..."

Susanita entregó el mando bajando de un saltito del asiento del capitán, tan despierta como siempre.

Podría haber aterrizado tranquilamente, pero lo consideró innecesario, si ya había un Comandante como Valentini.

La azafata le cedió admirada su asiento dentro de la cabina de vuelo y sin salir de su sorpresa, como cortesía a la anciana, le preguntó si necesitaba algo. "Sí, hija..., ¿podrá ser un tecito?"

La viejita era la Comandante Susana Ferrari de Billinghurst fue la primera mujer piloto aerocomercial de la Argentina y en el continente de América del Sur. Su brevet es de 1937.

En aquella época para ser considerada Comandante tuvo que acreditar 4.000 horas de vuelo, cuando a sus congéneres masculinos se le exigían solo 2.000.

Fue la primera que se animó a cruzar en vuelo nocturno la Cordillera de los Andes, inaugurando una banda horaria impensada a nivel mundial, la cual permitió a su vez abaratar costos al viajero. Y quien tuvo la idea de inaugurar el tramo Buenos Aires- Montevideo.

El Comandante Eduardo Valentini se encargó personalmente de que se le acreditara oficialmente a Susanita el tiempo de aire de ese último vuelo.

La foja oficial profesional de Susanita registra (al día de hoy) 8.117 horas de vuelo..., con 38 minutos de éste su último vuelo...

Falleció en 1999.

Vuelo alterado pilotos descompuestos Fokker F27 Fuerza Aérea Argentina

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso