Mindfulness es Atención plena al momento presente, pero, como digo siempre a mis alumnos, Mindfulness no es una teoría, es una experiencia. Esencialmente, Mindfulness se divide en dos tipos de prácticas, las prácticas formales y las informales.
Llamamos práctica formal a la meditación guiada propiamente dicha, la cual debe realizarse todos los días. Los estudios de la neurociencia revelan que se necesitan al menos 8 semanas de práctica formal continua para comenzar a sentir los beneficios, como la reducción del estrés, la mejoría de la atención y la memoria, o la reducción del insomnio. Son las neurociencias las que nos dan luz sobre lo que sucede en nuestro cerebro cuando meditamos.
Las mismas postulan que al meditar se generan nuevas sinapsis en el lóbulo frontal del cerebro, que es el encargado de las funciones cognitivas, en particular, es el sector donde tenemos las emociones, la toma de decisiones y los juicios. Es por esto que, al entrenarnos en la práctica comenzamos a desarrollar las siete actitudes Mindfulness que, según Kabat Zinn, el creador de la práctica Mindfulness, son: No juzgar, paciencia, mente de prinicipiante, confianza, no forzar, aceptación y ceder. La práctica formal tiene cuatro variantes; La meditación centrada en la respiración, el escáner corporal, la observación mental y la meditación de amor benevolente. Estas cuatro variantes nos permiten emplear la meditación en diferentes momentos de nuestra vida, y hacer uso de lo que necesitamos desarrollar en el aquí y ahora.
La práctica informal son ejercicios para realizar en la vida cotidiana y ejecutarlos en atención plena. Esta es la que nos permite expandir nuestra consciencia y nos introduce en la filosofía de vida Mindfulness. Es la que nos ayuda a generar nuevos hábitos saludables, la que convierte nuestra rutina en mayores momentos vividos en atención plena. Un ejemplo de esta práctica es el STOP. Hacer consciente esta práctica nos saca de las respuestas automáticas, de las reacciones inconscientes, nos ayuda a relajarnos y permitir que nuestra mente, corazón y cuerpo se escuchen mutuamente. Lo bueno de esta práctica es que la podemos programar para realizarla cuando la necesitemos. Por ejemplo, podemos poner una alarma en el celular para poder hacer un stop y volver al presente. Solo nos lleva dos minutos.
Se trata de decirte interiormente ¡STOP! y llevar a cabo lo que la palabra indica:
S = Stop, me detengo…
T = Tomo un respiro…
O = Obsérvate… cuerpo, pensamientos, emociones…
P = Procede continuando conscientemente
Luego de cinco años de dirigir MFL Mindfulness Argentina, puedo asegurar que los alumnos que realizan la formación en Mindfulness de 8 meses de duración, finalizan con una actitud mas serena ante las vicisitudes que nos ocurren en la vida cotidiana, cambian su modo de relacionarse con la comida, incrementan su memoria y concentración para estudiar y trabajar, generan nuevos vínculos sanos y, principalmente, expanden su consciencia para vivir en atención plena y generar nuevos hábitos de vida saludable.
Comentarios