Tranquila ella, la ROTA, espera en el escenario, no juzga, no detiene su mirada, y hasta se siente que no piensa en nada mas que contar lo que en la garganta le atraviesa. Mientras los espectadores sin darse cuenta luego de tomar asiento comienzan a pasar por alto ese cuerpo, el cuerpo de la rota, es el que pasa desapercibido en medio del bullicio, pero ella, siempre esperando.

En el cotidiano, imaginamos los peores escenarios e incluso nuestras reacciones a determinadas circunstancias, que haríamos si pasara tal o cual cosa?.

Pero ROTA, lo hace realidad, la manera en la que Raquel Ameri relata de manera explosiva su transito por este dolor inmenso en esta actuación, muy bien escrita por Natalia Villamil, cala los huesos de los espectadores que antes pasaron desapercibida a esa mujer que los esperaba con un nudo en la garganta.

La actriz Raquel Ameri con su magnífica representación, que hasta por momentos parece no ser actuado, nos relata con una voz que se siente salir de sus entrañas, como en algún momento lo hizo su hijo.

Y nos mantiene expectantes, sin poder pestañar por un segundo con los juegos de luces de Julio Lopéz, junto con los sonidos y la música de Rafael Sucheras, en ese escenario diseñado por Magali Acha que a cada rato nos llama, obligados a no desviar la mirada ni perder por un segundo de vista ningún detalle.

La manera en el que el dialogo se conjuga con esta magnífica actuación nos tiene pendientes de cada movimiento, de cada palabra, de cada gesto.

ROTA te invita a presenciar el drástico proceso de la mente y el cuerpo de una mujer que ya no tiene nada que perder, pero no de una manera conmovedora como siempre vemos, si no mas bien, con una mirada diferente, la de una madre que necesita respuestas más que empatía.

En el escenario vemos los despojos de una mujer que solía ser una madre, que frente al terrible final de su hijo, sin pensar ni mediar razón, ni siquiera intenta lo que al final consigue.

Un monologo que todos deberíamos escuchar, resuena en el pecho, aturde los sentidos, contando cada episodio con todos los detalles que una mente perturbada puede lograr retener, con complejos de culpa, con detalles tan nobles que solo una madre podría saber de su hijo.

Pero demuestra la superación, la grandeza de volver a nacer con fuerza desde las entrañas, como algún día nació ese pibe que era su luz y ahora lo encuentra en cada detalle.

Esta obra tiene todo lo que se necesita para ser inolvidable, desde las palabras escritas en el fondo del escenario hasta la ovación final.

Martes a las 20:30 hs. desde el 7 de febrero

Paseo La Plaza – Sala Picasso

Av. Corrientes 1660