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Opinión

Algo huele mal en Catamarca

Desde que Mauricio Macri se sentó en el sillón de Rivadavia como Presidente de la Nación, el  Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, ha colocado en cada una de las 24 provincias federadas, un coordinador, que bien vale la aclaración, no se trata de un cargo administrativo sino de un “puesto” político, que sería el nexo entre el Gobierno Nacional y la dirigencia local, entendiéndose por tal, a los diputados, senadores, intendentes y concejales de Cambiemos.

En Catamarca, fue designado un dirigente oriundo de la provincia de Tucumán, Fernando "Fena" Corrales Avila. Primera rareza, nombrar un tucumano en Catamarca. Y más raro es que quien lo haya elegido fuera un ex intendente peronista de la provincia de Buenos Aires, precisamente de la localidad de Carlos Tejedor, el actual presidente del Cámara de Diputados Emilio Monzó. Vaya uno a saber por qué arrojaron el “paquete” acá.

La tarea que le encomendaron, o no fue realizada por propia impericia, o los objetivos de Corrales Avila eran otros. Lo cierto que observando al coordinador que ya lleva tres años justo al frente de la tarea, en vista a las próximas elecciones, se vislumbra un fracaso, a menos que ocurra un milagro.

Como todo tucumano que se precie de serlo, además de gustarle las milanesas, el delegado coordinador del Gobierno Nacional, es un entusiasta de la noche, las señoritas alegres, la música y las bebidas espirituosas, y pareciera que el compromiso político asumido es un tema de menor cuantía. Los resultados están a la vista. La coalición estratégica del FCyS-Cambiemos esta resquebrajada y El PRO-Catamarca, dividido y lo que es peor, daría la sensación que quienes lo controlan no “ven” ninguna anomalía y se sabe que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Otra perla del dirigente tucumano, que destaca la peculiaridad de sus actitudes, es su conspicua  intervención en asados muy bien regados, donde participan comensales que en su gran mayoría pertenecen al gobierno provincial, y en los que indefectiblemente asisten sus "socios" catamarqueños Carlos Molina y Enrique Cesarini.

En nuestra provincia como en casi todo el país, Cambiemos es un conglomerado de partidos, peronistas y radicales, pragmáticos y liberales, en fin de todo como en botica de enfermería. Mucha variedad y poca calidad, al menos es lo que observamos en nuestro distrito. El coordinador nunca le encontró la vuelta al armado político y a pesar de sus asiduos diálogos nocturnos.

Nadie responde a sus convocatorias y la creación del Foro de Intendentes radicales es una muestra de la mezquindad de su gestión. Se discuten políticas y estrategias bien lejos de Corrales Avila y sus “socios ocultos” que no gozan de la simpatía de nadie.

Cabe resaltar que los Diputados del PRO, Carlos Molina y Enrique Cesarini, esos a los que le gusta asistir a los asados “corpaccistas”, también resultan ser objeto de duros cuestionamientos por parte de históricos miembros de la UCR y de una gran mayoría del FCyS-Cambiemos, porque tal como lo indica la imagen, ambos diputados reciben instrucciones directas de la gobernadora Lucía Corpacci y de su entorno.

Los responsables locales están todos mencionados en éste nota y los responsables porteños también. Una vergüenza el entramado. Poco serio, bien peronista y todos traidores porque a diferencia de lo que dijo Juan Schiaretti luego de aplastar a Cambiemos en Córdoba, los de afuera son de palo. En Catamarca, son de afuera y no son de palo y el fracaso ya es un hecho.

Para colmo de males, el radicalismo se muestra muy dividido, tanto, que el bloque del FCyS también se ha fracturado, en parte por la impericia del "cenador" tucumano, como por la ambigüedad de Enrique Cesarini y por la traición de Molina, que osó votar a favor del Frente justicialista Para la Victoria nada más y nada menos que la ampliación del número de miembros de la Suprema Corte.

Fernando Corrales Avila trabajó mucho por la candidatura a gobernador de Raúl Jalil, por expresa indicación de un alto funcionario del Ministerio del interior, obras Públicas y Vivienda de la Nación. Y aquí no tienen importancia los dichos, sino las acciones. Hablar es gratis, hacer no.

No podemos dejar a soslayo, que para concretar ese tremendo apoyo durante estos últimos tres años,  el intendente de la ciudad capital recibió aproximadamente 500 millones de pesos, mientras tanto, sus socios Molina y Cesarini debían tener "buenas relaciones" con el gobierno de Corpacci, todos cumplieron a raja tabla, pero el plan no funcionó.

Al mismo tiempo debían simular acciones para que la dirigencia de Cambiemos no sospechara de lo que estaban tramando. Así, organizaban reuniones inconducentes con referentes nacionales que no aportaban nada nuevo y sólo era la foto y nada más. La reciente visita de Francisco Quintana es la última muestra de la nada política.

Al formarse la mesa provincial de Cambiemos el trío tuvo otra misión: hacer que nunca funcione y lo lograron, pues ellos se dedicaron a boicotear todo intento de reunión. Con la situación planteada de esta manera la mayoría de los dirigentes rápidamente se hartaron del manoseo y clausuraron las primarias intenciones.

Los intendentes palpaban concretamente que el dinero que les prometían una y otra vez, nunca llegaba. Volvían las reuniones, se insistía con los pedidos, se prometían las gestiones y todo era nada más que una “franela” interminable.

Además de la estrategia de Corrales Avila arreglada desde el Ministerio del Interior, que consistió en bajar recursos del Gobierno Nacional no sólo a Raúl Jalil como se expresó más arriba, sino que éste debía distribuir los fondos con otros intendentes, para que luego en el momento de las elecciones 2019, los congraciados lo apoyaran. Con este proceder recibieron recursos financieros, el intendente de Chumbicha, Antofagasta de las Sierra, Recreo y Belén.

Hubo una importante reunión en Andalgalá a principios del 2018 pocos meses después de las elecciones de medio término (2017) en donde estaban la mayoría de los intendentes, diputados provinciales y funcionarios nacionales. En esa cumbre, le pasaron factura a estos tres personajes, a Carlos Molina (ausente, porque si iba sabía que la pasaría mal), por traidor caro, al votar la ampliación del número de miembros de la Corte Suprema; a Analía Brizuela, por pasarse al corpaccismo y también traicionar a sus electores; a Fernando Corrales Avila y Enrique Cesarini, por sus promesas incumplidas de bajar recursos para la campaña provenientes del gobierno nacional (recordar que Enrique Cesarini encabezó la lista de diputados provinciales).

Hoy han perdido toda credibilidad, el armado de listas para las próximas elecciones pasara principalmente por la UCR, y casi con seguridad el PRO quedará afuera del armado porque no suma nada y tenerlo adentro, reporta más problemas que soluciones.

Habrá que esperar qué sucede en los próximos días, cómo se terminan cerrando las alianzas, pero  algo huele mal en Catamarca y se sabe que el olor a podrido viene del PRO local, de Tucumán y desde Buenos Aires y los autores de la pudrición tienen nombre y apellido, del mismo modo que el fracaso del FCyS-Cambiemos.

Cambiemos Catamarca Elecciones FCyS intendentes PRO

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