El crimen de Rojitas y la reelección

El gobernador de Catamarca, nuestro gobernador, tiene bolilla negra para la reelección por infinidad de razones. La más poderosa, la que carcome sus días, aunque él lo disimule y lo va a sacar de la política en forma definitiva, no de una reelección, es la relativa al crimen impune de Juan Carlos Rojas. Era su ministro de Desarrollo Social, tenía un dialogo con él vía WahtsApp, todo el elenco sabía lo que estaba pasando y cuáles eran las discusiones de fondo con Rojitas y sus antecesores. Ahí está el meollo de la cuestión o la punta del iceberg.

Hoy Rojitas está muerto y parece que Jalil no se ha enterado que un ministro suyo fue brutalmente asesinado. Tampoco pareciera haberse enterado que el cuerpo del delito fue alterado, parte por ingenuidad de uno de sus hijos y parte adrede por una organización deficiente, como es la del Ministerio Público, lo mismo que la Justicia Ordinaria y la Policía de Catamarca, todas instituciones mal tratadas por los poderes políticos de turno y de la que él mismo no es ajeno, pues ni bien asumió, se encargó de destrozar instituciones, que mal o bien, funcionaban a favor del Estado de Derecho y de nombrar “sus propios jueces”. Catamarca tiene tradición en crímenes impunes y lo peor, en encubrimientos. Parece que no aprendimos nada del pasado. Y el crimen de Rojas no sería la excepción.

Pero Raúl Jalil no habla del tema. Es un escándalo en todo sentido y sin embargo él trata de ignorar todo, como si nada hubiera pasado. Recibe al presidente, a la Ministra de Desarrollo Social de la Nación, justamente la funcionara del gobierno nacional que más contacto con Rojitas tenía. Ellos no están de duelo, es todo muy raro, se ríen, posan para las fotos, van de un lado a otro como si nada. Una familia está destrozada y por lo visto, será una situación que se sostendrá en el tiempo: Asesinaron un ministro y ni la Justicia Criminal ni el poder político se hacen cargo y encima anuncia en su diario favorito que en el mes de abril decidirá si es candidato o no.

Los responsables políticos… “Go Home”

Él, por Jalil, tiene la dicha de abrir los ojos cada mañana, algo que a Rojitas le sacaron para siempre con una muerte violenta, que permanece impune y el responsable político de la muerte violenta de Juan Carlos Rojas tiene nombre y apellido: Raúl Jalil. En nuestra editorial referida a la muerte de Ramón Saadi nos referimos a los responsables políticos de las tragedias argentinas, la República de Cromagnon, el crimen de María Soledad Morales y ahora el asesinato de Juan Carlos Rojas. Por esa y otras muchas razones el Licenciado Raúl Alejandro Jalil ya no es un aspirante legitimo a sucederse a sí mismo, a la reelección.

De tal modo, que hablar de su reelección es más un chiste de mal gusto que una expresión de deseos. Por eso desde aquí, desde ésta línea editorial le estamos avisando que no pierda más tiempo jugando con las expectativas de la gente, pues ya no interesa si mide o no, tiene una deuda con la familia de su ministro y con toda la sociedad ya que no puede esgrimir ningún tipo de excusa, que es lo mismo que le pasó al recientemente fallecido Ramón Saadi en la infausta década del 90 y más cercano al ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, con el incendio de Cromagnon.

Jalil y el álbum de las traiciones

¡Está desesperado! No obstante, Jalil es el resultado de él mismo y de las cosas que hace. Fiel a su estilo saltimbanqui, fue socio de Massa hasta que lo traicionó. Luego y por conveniencia se hizo “socio” de Frigerio, recibió muchos millones de pesos del “mal gobierno de Macri” según sus recientes declaraciones, prometió pasarse a Cambiemos, amagó varias veces hasta que apegado a sus ideas zigzagueantes accedió al cargo de gobernador con la boleta peronista y el apoyo explícito del kirchnerismo a través de Lucía Corpacci. Una vez en el poder, comenzaron los fuertes tironeos con el corpaccismo hasta que decidió apelar al club de los viejos amigos y recurrió a Oscar Castillo, Luis Barrionuevo y Dalmacio Mera con el único fin de mantener la gobernabilidad y el control de la minería.

Obvio que ser alfil blanco de trebejos negros tiene sus implicancias, en especial en el sector minero donde se ha transformado en una especie de malabarista entre los intereses de Ángel Mercado, su hermano Fernando (que es él mismo) y Alberto Fernández que viene regularmente a Catamarca a cortar alguna cintita, revisar el avión, rezar en la Gruta y tocar la guitarra. Están más para guitarreadas que para gobernar un país, que teniendo 100 % de inflación anual, el gobernador Jalil se empeña en decir que “el país funciona bien”.

Otras bolillas negras

No les fue nada bien. En Antofagasta de la Sierra logró desarmar la estructura de Mercado y armar un nuevo escenario con el títere del intendente Julio Taritolay y la Senadora Norma Reales al frente, que claramente son una pareja de conveniencia, gobernados por el diputado Luis Lobo Vergara, antiguo lugarteniente de Oscar Castillo y que en la actualidad dan apariencia de distanciamiento, pero es solo apariencia, siguen siendo socios. El descontrol allí es total, la malversación de caudales públicos, evidente. Hace unos días se derramaron 20.000 litros de ácido. Extraen litio sin licencia social, pues las comunidades carecen de los más elementales servicios, mientras siguen los atropellos de la utilización indiscriminada del agua dulce que baja de los volcanes.

En Fiambalá, el Proyecto Tres Quebradas y la construcción de una planta industrial para elaborar carbonato de Litio están provocando enfrentamiento con el gremio luego del fallecimiento de dos operarios en extrañas circunstancias. Todos funciona porque desde hace un tiempo a esta parte no paran de comprar voluntades. Desde medios de comunicación hasta puestos estratégicos en distintas partes del Departamento de Tinogasta Norte. No existe licencia social e igual el gobernador avanza con el proyecto.

Si de ahí no trasladamos a Andalgalá, los mismo o peor, porque Jalil ha ordenado reprimir protestas pacíficas, violando los más elementales derechos humanos de las tres Asambleas que defienden el agua y la vida. No hay Licencia Social e igual avanzan con el Proyecto M.A.R.A. que forma parte del legado de Corpacci, que a tan sólo 17 km de la planta urbana ya comenzó a contaminar las napas de la Choya y de la misma ciudad cabecera departamental. ignoran la ley de Glaciares, ignoran los fallos del Corte Suprema de Justicia, saben que están provocando un ecocidio y sin embargo siguen con el saqueo de la minería y los desastres ambientales.

La estafa piramidal, pulgar hacia abajo

Jalil tiene, además del crimen de Rojitas otros desórdenes graves en su gestión, como lo es la estafa piramidal donde su hermano Emilio Andrés Jalil es pocero fundador, aunque Contreras y Reynoso se hagan los distraídos, amigos y conocidos, proveedores de toda la vida, hicieron el desfalco más grande la historia de Catamarca dejando arruinadas a miles de familias que cayeron en una trampa pergeñada por un grupo de delincuentes y estafadores y con el apoyo explícito del poder político, del poder judicial y del poder legislativo. Lo mismo que el crimen de Rojas, el crimen de las estafas sigue impune y seguirá impune hasta el fin de los tiempos y ocurrió en el gobierno de Jalil, aunque empezó tibiamente durante el gobierno de Lucía Corpacci. El Estado ausente, gobernado por inútiles que abandonaron a la población a su suerte, pretenden renovar cargos como si fueran super héroes ¡coherencia por favor!

La verdad es que, a esta altura de las circunstancias, poco importa si se presentara o no, porque de todos modos él se sabe perdedor, no mide, no mueve la aguja y encima flirtea con perdedores. Alberto Fernández es un perdedor, lo mismo que Larreta, otro de sus referentes, no desde ahora sino desde el 11 de diciembre de 2019. En declaraciones a la prensa, expresó que hay inflación, pero el país funciona. Realmente nos está tomando el pelo, porque el 6 % mensual de inflación o el 100 % anual son guarismos intolerables que han llevado a la pobreza y marginalidad a miles de catamarqueños. Hoy en Catamarca se padece hambre.

El voto negativo, el pulgar hacia abajo o la bolilla negra, lo que los lectores elijan es el destino político de Raúl Jalil, sin embargo casi con seguridad buscará fueros en lo que ampararse, no sea cosa que se descosa y cualquier banca en el Congreso nacional será bienvenida.