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Opinión

Cincuenta años de soledad

Nota reeditada en la fecha 5 de junio de 2022

Prólogo

San Fernando del Valle de Catamarca, 5 de junio de 2018   (2022)

El cinco de junio de 1995, escribí una nota en diario El ANCASTI pues se conmemoraban 50 AÑOS del fallecimiento inesperado de mi padre LINDOR ALBERTO OCAMPO, a los 39 años de edad y al cual tendría que decir que no conocí, pues recién había nacido un año atrás. Como es un tema íntimo y familiar no me parece ético que utilice un espacio como éste, para cuestiones muy personales, pero releyendo aquella nota, veo que lo que hice fue contar lo que sucedía en el entorno ciudadano y en el mundo en tales épocas . Pido las disculpas del caso si mi supuesto está errado y pudiese afectar a quienes leen mis notas y esperan que me introduzca en situaciones generales con sus aspectos divertidos, serios y verdaderamente documentales.

Esta fue la nota que escribí hace 23 años. (27)

Tal vez este escrito redactado como una nota periodística, no sea o bien no despierte el interés de todos. Pero pensando que puede servir de recordación de una época en la vida de Catamarca, sus propias circunstancias y también las mundiales de hace medio siglo, es que me atreví a plantearla de este modo.

Para algunas cosas 50 años es muy poco tiempo, para otras es una eternidad. Más si hablamos de tiempo humano, tiempo que nos incumbe, tiempo en el cual transcurrimos, nacemos, crecemos y llegado el caso morimos.

Hace ya 50 años, un cinco de junio de 1945, fallecía en Catamarca cuando apenas había cumplido 39 años, LINDOR ALBERTO OCAMPO (foto)

El episodio, según versiones de quienes estuvieron, conmocionó a amigos y extraños, ni qué decir su familia.

Del testimonio que recogí desde que tengo uso de razón, pintaron al 5 de junio como un día particularmente triste para muchos catamarqueños. Tal vez sea por la juventud del protagonista. Tal vez sea porque había hecho de la amistad su principio inquebrantable. Tal vez, porque al momento de su desaparición física estaba en pleno desarrollo empresario. Tal vez por todo ello pueda explicarse el recuerdo que a la fecha, mantienen quienes lo han conocido y también lo recuerdan los hijos y nietos de aquellos. Deduzco. entonces, como se diría en las comunes notas recordatorias, debió ser un cabal poseedor de hombría de bien.

Indudablemente su actividad de entonces, Gerente de YPF Catamarca, de Ford Catamarca y habiendo representado a otras muchas empresas hoy famosas, lo hayan convertido en un comprometido protagonista de la época: tal vez, por su enamoramiento profundo por EL RODEO, lugar al que volcó sus más caros sueños y por ser activo integrante de las primeras comunidades de veraneantes de aquel paraíso paisajístico, expliquen, de algún modo, el cariño de quienes lo conocieron.

Enterado pues, que tuvo activa participación en las “ cosas de la ciudad” como concejal capitalino, conociendo por documentos que si en algo nos parecemos es justamente el inconmensurable amor por Catamarca.

En aquella época, la mitad de los cien años que nos recuerda García Márquez, el mundo también estaba conmocionado y dolorido. Transcurría entonces la Segunda Guerra Mundial y ese mismo 5 de junio,”…los aliados asumen el control total de Alemania y dividen el país en cuatro zonas de ocupación: norteamericana, francesa, rusa e inglesa”. Apenas dos meses más tarde, el “ Enola Gay” lanza su carga mortífera en Hiroshima, para repetir el horror tan sólo tres días después en Nagasaki. ¡ Cuánto horror… cuánto dolor! Pero la vida es así.

Es una imagen contrastante, aquel año se destaca por la aparición de la primera vacuna contra el cólera porcino. Se realiza el tratamiento quirúrgico de los “ niños azules”, se inventa el horno a microondas y se dejan las bases para la primera máquina de fotocomposición; la producción de las siliconas, la invención de la primera computadora electrónica - ENIAC- y el primer sistema automatizado de reproducción, entre otros tantos logros de la humanidad.

Aquí, en Catamarca, en el otro lado del mundo un hombre, uno de tantos seres, un esposo y padre de familia, dejaba este complejo tiempo ante el estupor, la congoja y el dolor de algunos y en especial de un hijo que casi no lo conoció, pero que justamente ése día 5 de junio de 1945, daba sus primeros pasos, comenzaba aprender a caminar.

Por ello, de algún modo y en alguna parte del corazón, hay CINCUENTA AÑOS DE SOLEDAD.

Fotos: retrato de Lindor Alberto Ocampo.

 Dr. Guillermo Franco y señora,  Queka Ocampo de Franco; Lindor Alberto Ocampo e Inés Castro Molina de Ocampo. En el "camino viejo" hacia la Villa de El Rodeo.

 

 

 

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