El diagnóstico de los gobernadores no es errado, pero ninguno de ellos aportó propuestas para revertir la situación. En otras palabras, los peronistas que no comulgan con la vicepresidenta están en el mismo punto en el que estaban el día previo a su “renunciamiento histórico”. Y eso obedece a una sola causa que asume formas diversas: carencia de un líder que los reagrupe, carencia de candidato propio, carencia de proyecto alternativo y carencia de votos. La vicepresidenta trituraría en una interna a cualquier peronista que se le pusiese adelante.

La gestión de Alberto Fernández, calificada de “lamentable” por Armando Cavalieri, puso al peronismo en una situación inédita. La responsable de llevarlo al poder sigue reteniendo un 30% nacional de adhesión inconmovible y chances de ganar en la provincia de Buenos Aires, lo que la pone por encima de todos los “compañeros”.

El 70% restante de los votantes la rechaza, lo que terminará por excluir al peronismo del poder. No ha aparecido todavía (y difícilmente lo haga en el corto tiempo disponible) un Carlos Menem que pueda desafiar con una mínima probabilidad de éxito al aparato bonaerense como ocurrió en 1988, cuando lo manejaba Antonio Cafiero.

Aquella fue la única vez en que los peronistas pudieron elegir en forma democrática su candidato a presidente y lo hicieron en contra del aparato partidario, de la prensa adicta al poder y del “establishment” que veía con preocupación las largas patillas y el aspecto estrafalario del riojano, así como sus promesas de salariazo y revolución productiva.

Sin embargo, no les fue mal con la democracia interna a los peronistas. El resultado de aquella interna les permitió mantenerse en el poder por una década.

¿Qué hacen en este caso sus caudillos provinciales? Intentar resguardar sus territorios separando las elecciones locales de las nacionales. La alternativa más efectiva, la de presentar una fórmula anti K en las PASO, es hoy una posibilidad lejana.

Se ven como en 2015 ante la posibilidad de que CFK los lleve a otra derrota y de tener que convivir con un presidente de otro signo político, pero siguen sin reaccionar e incapaces de generar un nuevo liderazgo que les permita jubilar a su némesis definitivamente.

Sergio Crivelli

Twitter: @CrivelliSergio