No voy a mentir, llevaba ya 20 días fuera de casa y al tercer día de haber llegado a Lituania me puse a llorar. El mundial todavía no había comenzado, el hecho de estar en un hotel muy alejado de la ciudad, sumado a algunas experiencias no muy gratas que tuve con algunos locales, que te dan vuelta la cara por ser extranjero, me resultó abrumador ese día. Me quedaba todo un mes por delante y consideré renunciar al voluntariado y volver a casa en Suiza, (que no es nada aburrida como se dice).

Surfeada la ola emocional, estaba lista para sumergirme en esta aventura, recorrí algunas ciudades, conocí lituanos muy amables y hospitalarios, y en un abrir y cerrar de ojos se estaba dando el puntapié inicial de La Copa del Mundo de Futsal 2021, postergada un año por COVID, y en un país donde el fútbol no es cultura.

Tres estadios en tres distintas ciudades son sede de este campeonato. EL estadio de Kaunas, es la sede que me fue asignada para realizar el voluntariado, y nuestra selección nacional jugaba los tres partidos de la fase de grupos en Vilnius. Rápidamente pude ajustar mis turnos de trabajo para estar libre los días que Argentina jugaba, viajar los 95km que me separan de la capital y presenciar los triunfos de Argentina ante EEUU, Serbia e Irán, en la primera fase del torneo.

Llegaron los octavos de final, Paraguay nuestro contrincante, y el equipo sale a la cancha con otra actitud, no se ve esa dinámica, esa conexión y entendimiento que lo caracteriza, terminando el primer tiempo en desventaja por un gol. Pero yo estaba tranquila, sabía que si volvían enfocados para la segunda mitad nada les impediría remontar el partido. Así fue y lograron el paso a cuartos con un resultado de 6-1

Llegado este punto  perdí toda la tranquilidad que tenía, me invadieron los nervios desde el minuto uno, el próximo rival era Rusia, un equipo fuerte y dispuesto a dar revancha por la final del Mundial 2016, cuando Argentina venció y se consagró campeón del mundo. Sin lugar a dudas arreglé mis horarios para estar presente esta vez en  la ciudad de Kaunas, como espectadora.

Llego el domingo, camiseta de Boca lista y toda la Fe puesta en nuestro equipo, me dirigí al estadio para vivir un primer tiempo con mucha tensión en el cual vimos dos tarjetas amarillas a los 4 minutos de iniciado, una rivalidad marcada entre ambos oponentes, alta intensidad defensiva, algunos bloqueos de nuestro arquero Sarmiento y un equipo que tras buscar la sexta falta los últimos minutos de la primera mitad se fue al vestuario con el partido cero a cero.

Suena esa bocina, dando inicio al segundo tiempo, que te pone los pelos de punta en partidos como este. Rusia amenaza, nosotros sufrimos y Cuzzolino marca el gol de tiro libre que posiciona a nuestro seleccionado en ventaja. ¡Por fin! unos segundos de liberación y felicidad, para rápidamente volver a al estado de estrés inevitable, sabíamos que un punto era una ventaja muy acotada, sobre todo en un partido como este.

Sentada en el borde la butaca casi comiéndome las uñas fui testigo de un vaivén de oportunidades hasta que Argentina comete la quinta falta y  los nervios se convirtieron en casi miedo, acto seguido Rusia empareja el marcador. Se pide la revisión del gol por Video Soporte, lo que trae por unos segundos la incertidumbre aparejada, pero yo que había podido ver la jugada de cerca intuía que no podíamos esperar un resultado diferente y así fue.

Transcurridos los últimos minutos de la segunda mitad, el tiempo suplementario era realidad, y ahí me entero que la quinta falta con la cual Argentina tuvo que convivir una buena parte del segundo tiempo se traslada al tiempo complementario, ya no hay borrón y cuenta nueva, algo que desconocía de las reglas del juego. ¡Por Dios!¿Algo más?

Suena de vuelta con la bocina y vemos a Rusia arremeter, Argentina comete la sexta falta y Sarmiento se convierte en héroe, una Montaña Rusa en 5 minutos de cronómetro.

Con el corazón en la boca nos sumergimos en la segunda mitad del complementario, Rusia sigue como un toro y en los últimos minutos, ¡algo increíble!,  Taborda aparece como arquero/jugador, estaba claro que necesitábamos tener la posesión de la pelota, pero esto era jugar a la  Ruleta Rusa! Con confianza en el equipo nuestro DT, Matías Lucuix, no vaciló en empujarlos a darlo todo para buscar el gol de la victoria que no llegó, siendo los penales los que definirían el encuentro.

Me cambié de asiento, a esa altura ya no sabía qué hacer, pensar o rezar, la Argentinidad al Palo. Arrancamos con una ola de ilusión cuando Sarmiento ataja el primer penal, pero como nos gusta sufrir mandamos una afuera y Rusia igualo. A continuación, para poner la adrenalina a punto, Putilov nos ataja y  Sarmiento no nos defrauda una vez más.

Ahora si, a matar o morir, esto se terminaba ahí, ya toda la suerte estaba echada, en un estado de cierro los ojos porque no quiero ni mirar llegamos al 5-4 y esta vez Farach nuestro arquero suplente nos compro el ticket a semifinales donde Brasil espera.

Tremendo partido, me dejó agotada, y eso que no fui la que transpiró la camiseta.

En viaje de regreso al hotel, recordaba esos primeros días en Lituania,y me sentí privilegiada de poder estar aquí colaborando, y disfrutando de este deporte tan maravilloso.

Y fue el turno de Brasil, nuestro eterno rival… en todo, ya no tenía más uñas para comerme, pues Rusia se había encargado de mis diez dedos … por suerte vuelven a crecer y ante la verde amárela las cosas fueron un poco más relajadas, salvo desde el descuento hasta la finalización del partido y el pase a la final. Un verdadero parto y mis malas experiencias del principio ya eran historia. Estamos en la final y todo me parece un sueño …

¡Vamos Argentina!

(*)  Especial para El Pucará, desde la sede de la Copa del Mundo de Futsal Lituania 2021 (2020)