Cada vez que caminas o mueves los pies, los músculos de la pantorrilla se contraen y comprimen las venas profundas de las piernas. Estas venas poseen válvulas unidireccionales, que permiten que la sangre fluya hacia arriba, en dirección al corazón, e impiden que regrese hacia abajo por efecto de la gravedad.
Gracias a este mecanismo, la sangre logra vencer la distancia y la presión gravitacional que actúan sobre el cuerpo. Este proceso es vital para la circulación venosa y la salud cardiovascular.
Cuando los músculos de la pantorrilla permanecen inactivos durante mucho tiempo —ya sea por viajes largos, trabajos sedentarios o reposo prolongado— la sangre puede acumularse en las piernas. Esto incrementa el riesgo de edema, várices y, en casos más graves, trombosis venosa profunda (formación de coágulos que pueden ser peligrosos si viajan hacia órganos vitales).
Por ello, mantener la actividad de la pantorrilla es esencial. Caminar con regularidad, estirar las piernas, ponerse de pie cada cierto tiempo o realizar movimientos circulares con los tobillos ayuda a activar este “segundo corazón” y a proteger la salud vascular. Cuidar la bomba muscular de la pantorrilla no solo mejora la circulación, sino que también previene complicaciones graves a largo plazo.
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