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Opinión

Silencio estratégico: la guerra fría del oficialismo catamarqueño

ACTO I: El legado en disputa

Raúl Jalil encara su segundo mandato con una narrativa de gestión técnica, apertura al sector privado y alineamiento pragmático con Nación. Pero detrás de los logros en infraestructura y minería, se esconde una pregunta clave: ¿quién continuará el modelo Jalil cuando termine su ciclo?

Su llamado a un “cambio generacional” dentro del PJ no es solo una consigna: es una forma de marcar territorio, desplazar referentes tradicionales y abrir el juego a nuevos actores que no necesariamente responden al viejo esquema corpaccista. El legado está en construcción, pero también en disputa.

ACTO II: La disputa silenciosa

Gustavo Saadi, intendente de la capital, mantiene una estructura territorial sólida y una narrativa más cercana a la militancia. Aunque evita confrontaciones abiertas, su perfil lo posiciona como heredero natural del espacio que alguna vez lideró Lucía Corpacci.

Ambos comparten actos, sellan alianzas y recorren obras juntos. Pero cada gesto, cada lista, cada declaración pública es parte de una coreografía donde se juega mucho más que la elección de octubre: se juega la conducción del PJ y la proyección hacia 2027.

Lucía Corpacci, mientras tanto, oficia de articuladora silenciosa. Su capital político esta menguando, y su rol parece más institucional que competitivo. Su silencio también habla.

ACTO III: La proyección encubierta

La elección del 26 de octubre será el primer round. Si Jalil retiene la mayoría legislativa, consolida su liderazgo y su modelo. Si hay fisuras, Saadi podría emerger como alternativa legítima, con respaldo territorial y narrativa renovadora.

La “renovación enmascarada” es el mecanismo que permite reacomodar poder sin romper el pacto de gobernabilidad. Pero la batalla por el 2027 ya empezó. Y se libra en los pasillos, en los gestos, en los silencios. No hay ruptura, pero sí disputa. No hay confrontación, pero sí estrategia.

El poder detrás del poder

• Fernando Jalil ha sido históricamente un operador político y empresario con vínculos sólidos en el oficialismo. Su influencia se percibe en decisiones clave, especialmente en áreas vinculadas a la minería, la planificación territorial y el vínculo con sectores empresariales.

• Aunque no ocupa cargos electivos, su rol como “consejero informal” del gobernador lo posiciona como un actor relevante en la disputa por el modelo de sucesión.

¿Sucesión familiar o continuidad estructural?

• La pregunta que ronda en pasillos políticos es si Raúl Jalil busca preservar el poder dentro del círculo familiar, ya sea a través de Fernando o de figuras afines que respondan a su lógica de gestión.

• Esto tensiona la interna con Gustavo Saadi, quien representa otra línea de legitimidad: la territorialidad, la militancia y el respaldo corpaccista.

Silencios que hablan

• Fernando Jalil no ha hecho declaraciones públicas sobre una eventual candidatura, pero su presencia en negociaciones, armado de listas y vínculos con intendentes sugiere que no está fuera del juego.

• En una “batalla silenciosa por el 2027”, su figura podría ser clave para mantener el modelo Jalil sin Raúl como candidato, evitando una ruptura interna.

¿Qué implica esto para el PJ?

• Si Fernando Jalil se posiciona como sucesor o articulador del espacio, el PJ deberá decidir si acepta una continuidad familiar o si apuesta por una renovación más abierta.

• Esto también puede generar ruido en Fuerza Patria, donde conviven más de 25 partidos con intereses diversos.

Interna Peronista Gustavo Saadi Raúl Jalil Lucía Corpacci

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