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Opinión

Los grandes perdedores de las PASO

Editorial

En todas las elecciones existen grandes ganadores y grandes perdedores, aunque sí un extranjero pregunta ¿Qué son las PASO en la República Argentina? Al interlocutor le será difícil responder con precisión porque si dice que es un método electoral creado por un trasnochado, estará en lo cierto, pero el extranjero seguirá repitiendo la misma pregunta, porque el que ganó ayer todavía no ganó nada, aunque el sistema le haga creer que es número puesto para calzarse el saco de presidente de la nación. Y porque a pesar de todo, ahora sabemos por donde transita el humor social, mientras que las PASO condicionan la estabilidad política, jaquean la gestión económica y al mismo tiempo siguen siendo una ficción electoral.

Javier Milei, el más votado
Javier Milei, el más votado

Pero la realidad es que todavía no hubo nada importante en juego, más que saber que piensa el ciudadano, que no es un dato menor. Desde ese punto de vista, en las PASO se supo que piensa la gente del próximo destino que podría tener la nación respecto del rumbo político y económico, algo así como para poder imaginarnos que será de nuestra vida de bienestar o no, en los próximos cuatro años.

Si la respuesta apuntara a que reemplazan a las elecciones internas de los partidos políticos, pareciera ser una respuesta adecuada. Algo de eso hay, muy distorsionado, por cierto. En ningún partido político del mundo occidental las elecciones son obligatorias dentro de la estructura partidaria, solo en la Argentina.

¿Por qué entonces se impone éste método? Parece que el trasnochado quiso ejercer el poder de persuasión al legislador para que legisle sobre esa obligatoriedad, que a la postre es falsa, ya que en cada acontecimiento se demuestra que muchos la ignoran y para ellos no hay penalidades. Esa amplia franja del electorado ayer trepó al 32 %, en más o en menos. La realidad es que para saber que piensa la gente, el método elegido es muy caro y además, malo, por ser obsoleto y perimido. Un sistema que lo financiamos todos para beneficio de unos pocos.

Lo único que pareciera ser bueno es que son simultáneas y abiertas. A no engañarse porque casi siempre las apariencias engañan. Nadie sabe a quién vota cada cual, aunque tales posibles virtudes se opacan cuando la respuesta queda vacía de contenido ¿Qué eligen? Y la respuesta es nada. Solo opinan de alguna preferencia o directamente no hacen nada, introducen un sobre en blanco dentro de una caja a la que llaman urna. Si el partido del voto en blanco no existe, ¿para qué obligan a sus miembros a ir a votar? Es una contradicción cara. Un muestreo disfrazado de interna berreta donde el que no quiere opinar lo hace obligado, con el agravante que distorsiona los verdaderos guarismos de la opinión pública en materia política. Lo obligan a hacer un “voto no válido o no positivo” que no se computa en el escrutinio. Al menos en esta ley, el partido del voto en blanco debería ser considerado como un voto válido, para que esa circunstancia sea un verdadero indicador de la protesta social.

Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias tal como están legisladas en la Argentina, son una pérdida de tiempo y un gasto innecesario, que, en tiempos de vacas flacas y sequía, se transforman en un despilfarro fenomenal. Para colmo de males, el sistema electoral argentino sigue siendo manual y con boletas de papel, casi igual que como se votaba en 1916. En todo el mundo se utilizan medios digitales o virtuales, en Argentina esa fuerza arbitraria llamada peronismo, lo impide.

Ayer fue todo un caos donde es dable pensar que el fraude fue la desorganización de la elección, que poco importaba a quienes nos gobiernan, por sus bajas o nulas expectativas de retener el poder. Se pudo observar que muchas autoridades de mesa no concurrieron a cumplir sus obligaciones y otros, no preparados, tuvieron que asumir esas responsabilidades cívicas impensadas y vacantes, generando mucho malestar ciudadano, largas filas y todo tipo de incomodidades.

Nada cambiaron las elecciones PASO porque el viernes estábamos muy mal y hoy estamos peor. Y no es que haya una crisis mundial, nada de eso. Las crisis argentinas tienen la particularidad que son permanentes y autoinflingidas. Por esa razón, no es de extrañar que la mayoría haya volcado sus preferencias por un marginal del sistema, un candidato sin territorialidad política que aprovechando el descontento generalizado, capitalizo la bronca ciudadana y que el 22 de octubre en las elecciones generales se puede transformar en un salto al vacío con destino incierto.

El resultado “electoral” de una compulsa no vinculante es una nimiedad. Ganó Milei, perdió Rodríguez Larreta, se hundió Massa, Bullrich ganó una interna, Grabois mordió el polvo de la derrota y otros directamente no figuraron en el radar de la gente, pero el gran perdedor de las PASO fue una vez más, el pueblo argentino, al que le imponen mezquindades políticas que solo redundan en mayor inflación, devaluación del peso, pobreza, marginalidad, narcotráfico, violencia callejera, inseguridad, paros en las escuelas, cortes de rutas, etc. etc.

Sistema perimido Elecciones PASO estamos peor Argentina

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