Política

Vitaminas de la sociedad democrática

Los primeros observadores de las sociedades democráticas del siglo XIX –que entonces eran muy pocas- ya señalaban que éstas tenían una prensa fuerte que monitoreaba lo que hacían los gobiernos e ilustraban a la opinión pública, una importante y diversa sociedad civil e instituciones municipales. Esto fue muy tenido en cuenta por los fundadores de nuestro orden constitucional, ya que pretendían que más allá del andamiaje del gobierno, fuese la ciudadanía la que diera vida a una genuina vida democrática.


La sociedad civil se compone de todas aquellas organizaciones formadas por los ciudadanos para atender sus propias necesidades, sin que intervenga el Estado: así nacieron en suelo argentino las sociedades de socorros mutuos, los clubes de fomento, sociales y deportivos, las bibliotecas populares o la sociedad protectora de animales; ya sea para crear hospitales, escuelas barriales, la Cruz Roja o, simplemente, formar los lugares de entretenimiento y sociabilidad de los vecinos. En esos ámbitos se aprende a organizarse, gestionar, vincularse, resolver los problemas, motivar el ingreso de nuevos miembros, dialogar, proponer y decidir quiénes lo dirigen y cómo. Pequeñísimos gobiernos que crean ciudadanía y, sobre todo, esa argamasa invisible que es la confianza.

Los regímenes autoritarios fomentan deliberadamente la desconfianza entre las personas, las separa en átomos que se miran unas a otras con temor; las democracias, en cambio, precisan que la confianza una a esas partes dispersas para que crean y cooperen entre sí. Los vínculos se hacen más ricos, las personas conocen a otras con los mismos o parecidos intereses, y el pluralismo y la libertad pasan a ser una práctica constante, un hábito que se arraiga profundamente en la conducta.
La sociedad civil, la prensa libre e independiente y la vida municipal se transforman en vitaminas poderosas para una sociedad libre y democrática, porque son escuelas de ciudadanía, de derechos y responsabilidades.

Autor: 63086|

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