Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $854,00 / $894,00
Dólar Blue: $1.035,00 / $1.055,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.034,38 / $1.035,61
Peso Chileno: $92,07 / $92,22
Columnistas

El plan anti Milei de Massa, los consejos de Lula y radicales, al poder

El presidente del Brasil le mandó un equipo de asesores al candidato presidencial del oficialismo. El ministro de Economía si gana el balotaje tiene pensado invitar a radicales y socialistas de Santa Fe a integrar su gobierno. 

El 28 de agosto pasado, después de las PASO en las que Javier Milei fue el precandidato elegido con la mayor cantidad de votos, Sergio Massa hizo un viaje relámpago a Brasil. Se entrevistó con funcionarios del área económica pero su objetivo era verse con el presidente Lula Da Silva. Se reunieron en el Palacio del Planalto. Hablaron de los comicios y la campaña del PJ en la Argentina. Hablaron de Milei.

Lula se involucró de modo singular y con énfasis en los modos con los que Massa debía enfrentar al libertario, a quien él comparaba, y compara, con su ex rival electoral Jair Bolsonaro.

“Es muy importante que ganes la elección”, se jugó Da Silva, y siguió: “Según mi información, Milei recibe ayuda de las iglesias evangélicas de Brasil y de la fundación Atlas, de México. Por favor, no lo subestimes” (esas informaciones no pudieron ser confirmadas pero las palabras de Lula al respecto fueron ésas, de acuerdo a diversas fuentes de la comitiva argentina).

Massa sonrió y le develó a Lula parte de su plan político para vencer al candidato de La Libertad Avanza: “Me voy a concentrar en la Provincia de Buenos Aires y en el norte del país para poner al peronismo en el balotaje”.

Massa le contó que una vez que consiguiera ese primer objetivo organizaría la estrategia para la gran elección final. No pasó así. Ocurre que Da Silva le prometió al candidato peronista que le mandaría “un equipo de asesores para ayude”. Cumplió.

Tras un intercambio entre el equipo de comunicación de Massa con el consejero electoral propuesto por Lula, Octavio Antunes, varios de argentinos especialistas en marketing político que trabajan en la campaña de Massa viajaron a San Pablo.

Después de ese encuentro Antunes se mudó a Buenos Aires con sus hombres y mujeres que ayudaron a Lula a vencer a Bolsonaro. Se pusieron bajo las órdenes del estratega electoral contratado por Massa para mejorar su imagen y sus votos en estos comicios, el catalán Antoní Gutiérrez-Rubí.

La comunicación de Massa está también a cargo de Santiago García Vázquez, responsable del área en el Ministerio de Economía, colaborar del candidato desde que era intendente de Tigre.

Para comprender por qué fue vital el cambio en la campaña electoral de Massa tras las PASO, conviene conocer los números de su triunfo en las generales respecto a las primarias y también cómo subieron y bajaron sus rivales, Milei y Patricia Bullrich.

El peronista sumó 2.900.000 nuevos votos. Mientras que Milei obtuvo 532 mil sufragios que antes no lo habían acompañado.

En las PASO, alrededor de 1.300.000 de electores votaron en blanco. Ese número bajó en las generales a 554.000. Los asesores de Massa consideran que de esos nuevos votantes “activos” una buena parte eligió la fórmula peronista en las generales.

Entre las primarias y las generales se sumaron además 3.000.000 de nuevos votantes que antes prefirieron no sufragar.

Massa ganó entonces en 13 provincias, Milei en 10 y Bullrich solo en la Ciudad de Buenos Aires. En las PASO, la gran ola libertaria había triunfado en 16 distritos.

Las conclusiones del equipo de Rubí y Antunes, sumados a los expertos argentinos del peronismo, aseguran, tras una semana de los comicios, que Milei retuvo sus votos de las PASO y que los nuevos electores que lo hicieron crecer habían sido antes votantes de Bullrich.

Siempre de acuerdo a los papers del equipo de asesores de Massa, la candidata de Juntos por el Cambio habría logrado retener alrededor del 70 por ciento de los votantes de Horacio Rodríguez Larreta, su competidor en las internas de agosto.

La candidatura de Juan Schiaretti creció y eso contuvo votantes anti K que antes posiblemente habían votado a JxC. Son análisis realizados de acuerdo a sondeos del PJ.

¿Pero cuál fue la clave que aportó Antúnes, sumando ideas a Gutiérrez-Rubí y a la experiencia de los especialistas en comunicación del peronismo argentino?

La primera orden que cumplió Massa es que debía dejar de atacar a Milei en cuanto a cuestiones personales o en forma directa. Se lo había dicho Lula en persona, y se corroboró entre sus asesores aquí, tal como adelantó Clarín en su momento: “Mi error fue criticar a Bolsonaro. No tenés que hacerlo con Milei. Va a crecer él y te vas a perjudicar vos”.

El éxito de la campaña de Massa, sin embargo, siempre de acuerdo a las versiones de sus asesores, fue haber logrado modificar la sensación de buena parte del electorado respecto a lo que podía generar Milei.

La frase es rotunda pero así fue escrita por los equipos de Gutiérrez-Rubí y Antunes.

“El miedo movilizó más que la bronca”.

De acuerdo a las fuentes del peronismo en campaña, los especialistas que llegaron de Brasil se ocuparon en intentar instalar que Milei era un candidato “inestable”, de humores demasiado cambiantes, y que además, y sobre todo, presentó una plataforma electoral con promesas peligrosas.

Los brasileños de Massa analizaron detalles de las presentaciones en los medios de Milei, midieron sus “debilidades” y llegaron a la conclusión de que había sido “catalizador” del enojo de buena parte de la sociedad contra la clase dirigente. Pero que subyacían en sus planes de gobierno ideas que, de hacerse realidad, serían tomadas como preocupantes para muchos votantes. En especial, para las madres de niños y jóvenes. Massa usó varios de sus discursos para hablarles a esas “mujeres”.

Las propuestas de Milei que más polémica generaban en un electorado que podía ser captado por Massa eran la que proponía la portación libre de armas, y la que él explicó que aplicaría en mediano plazo de un gobierno liberal si pasaban años de cambio cultural: que la escuela pública cambiara a un esquema en el que cada familia podría elegir a qué colegio mandar a sus hijos mediante un sistema de vouchers que generaría una especie de competencia de “mercado” en la educación. Massa insistió e insistió en muchas exposiciones públicas al respecto, casi siempre intentando establecer empatía con las madres de infantes y chicos en edad escolar.

De acuerdo a las conclusiones del equipo de campaña de Massa, este esquema, que incluyó la difusión y viralización de videos alusivos en las redes sociales, funcionó.

“El miedo movilizó más que la bronca”, es la frase que resume ese “logro”.

Pero también sumaron nuevas ideas para lograr lo casi imposible: que la imagen de Massa candidato se desdoble de la catástrofe económica.

Los nuevos spots de Massa lo mostraron como una especie de “nuevo” Presidente.

Él repetía en cada acto o encuentro con ciudadanos que entendía que la situación económica perjudicaba a todos pero agregaba que les daba su palabra, les juraba, que en su gobierno todo cambiaría.

Para eso fue que se prepararon también la batería de medidas económicas de ayuda, todas financiadas por el Tesoro Nacional.

Bonos, aumentos para estatales, y los cambios en el impuesto a las ganancias. Subas en el pago de la Asignación Universal por Hijo, entre otros ítems del llamado “plan Platita”. Cada medida fue direccionada a un estrato diverso de la alicaída sociedad argentina.

El tarifario impuesto en los trenes respecto a cuánto costaría los boletos de ferrocarril y colectivos en gobiernos de Milei y Bullrich, en contrario a los subsidios que seguiría impulsando Massa, ayudaron a “el miedo moviliza más que la bronca”.

Lo mismo con las pegatinas en los organismos públicos en los que se advertía que, en caso de ganar Milei, el Estado despediría empleados.

En la pelea por el poder, para el peronismo, vale todo. Y así fue.

En los nuevos avisos publicitarios del candidato de Unión por la Patria desapareció casi por completo el logo de ese mismo espacio. Massa se mostró solo en los últimos actos de campaña solo. Ni siquiera se sumó su vice, Agustín Rossi.

Después del logro de llegar al balotaje, Massa convocó el día la noche de la elección general a quienes habían votado en blanco, a radicales y todo aquel votante que no sufragó, a cualquier argentino, a sumarse a lo que sería su “Gobierno de unidad nacional”. Afirmó que se terminaba la grieta en la Argentina. Antes, se había ocupado de que salieran por completo de la escena pública nada menos ni nada menos que el presidente Alberto Fernández, y la vice, Cristina Kirchner.

Él y solo él sería el centro de la escena.

La estrategia funcionó, o eso afirman quienes la pusieron en práctica.

Massa ahora analiza cómo vencer a Milei que se asoció a su enemigo Macri y a un sector del PRO.

En la intimidad ratifica que convocará a funcionarios de todos los partidos políticos.

Tiene pensado cargos para importantes dirigentes radicales, socialistas, de partidos vecinalistas, del PRO pero del sector menos radicalizado, de partidos vecinales y hasta de dirigentes de cámaras empresariales.

Aunque el candidato repite nombres en la intimidad y frente a sus asesores, repetirlos podría ser funcional a su plan para que la oposición se divida aun más.

Él asegura que los cargos de organismos de control le serán propuestos a opositores.

Pero solo después de ganar el balotaje del 19 de noviembre.

Si es que lo gana.

“Veremos”, dice él si alguien lo pone en duda.

Es cierto.

Se verá.

Nicolás Wiñazki

Fuente: CLARÍN
opinión El Balotaje Argentina elecciones presidenciales 2023

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso