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Columnistas

El sillón vacío

Homenaje al Lic. Armando Raúl Bazán al cumplirse el 20 de junio, cuatro años de su fallecimiento
Mónica Alejandra Olivera

Por Mónica Alejandra Olivera

A pesar de los muchos intentos realizados, no podía hablar con ese hombre que yo sabía que era clave para terminar un seminario. Reuniones, viajes e interminables tareas lo mantenían constantemente ocupado y siempre eran motivos de esos desencuentros. Sin embargo, un hermoso día de septiembre, con las manos temblorosas toqué la puerta de una casa de calle Salta al 400, donde funcionaba el Centro de Investigaciones del NOA y por fin él me recibió.

Todo el tiempo esperado había dado sus frutos. Me reconoció al escuchar mi apellido y me dijo: “Eres la nieta del colono de Chilecito, ese hombre que presentó su carpeta solicitando ser un colono propietario”. Así era: mi abuelo, Victoriano Eleazar Olivera, junto a muchos otros postulantes, llegó a Catamarca de la mano de Armando Raúl Bazán.

Él caminaba mientras recordaba todo lo que había vivido en los años sesenta e ingresamos al sector del escritorio: una habitación con libros, cuadros, premios y dos banderas, una de Argentina y la otra de Catamarca. Me llamó la atención la mesa de grandes dimensiones colmada de fotos que reflejaban la gran actividad intelectual de este investigador. El profesor se sentó en un único sillón, que era sencillo, pero evidenciaba contar con largos años.

Me animé a solicitarle que sea mi director de seminario. Él me miró fijo y me contestó: “Ya no dirijo seminarios de profesorado, pero este tema me interesa porque es parte de mi vida”. Ese día me despedí de él sintiéndome completamente feliz. Después de haber esperado un año, por fin había logrado hablar con el profesor Bazán y que él aceptara dirigirme en la investigación que me posibilitaría obtener mi título.

A partir de ese día, quien había sido mi profesor de NOA se transformó en el guía que me llevó a relevar y contar la historia de mi pueblo, Nueva Coneta, cuyo responsable de su creación había sido este mismo hombre.

Siendo presidente de la Corporación del Valle de Catamarca, el profesor Bazán le otorgó la posibilidad a mi familia paterna, proveniente de Tilimuqui, Chilecito (provincia de La Rioja), de radicarse de forma definitiva en Catamarca. Esa colonia, que luego se transformó en “Un pueblo diferente”, guardaba vivencias que había que desentrañar. Justamente en el mes de agosto de este año Nueva Coneta cumplió 50 años de vida.

El agradecimiento de la familia Olivera, en especial de mi querido abuelo Victoriano, hacia Armando Raúl Bazán trasciende la frontera de los años y pasará de generación en generación. Catamarca es la tierra que le abrió las puertas a mi abuelo para construir su futuro y el de su familia.

Pasaron los años y seguí trabajando con el profesor Bazán como su colaboradora y participando en las actividades de reubicación del Centro de Investigaciones Históricas del NOA, que había sido creado en el año 1983.

Trabajé bajo la dirección del prestigioso historiador, académico N° 30, e investigador de carrera del CONICET. Fue el profesor titular y creador de la cátedra Historia del Noroeste Argentino, la que por su valía curricular está incorporada al plan de estudios del profesorado y la licenciatura en Historia de la facultad de Humanidades de nuestra universidad.

Uno de los objetivos principales del Centro fue contribuir con el avance del conocimiento sobre la Historia Argentina. Para ello, se adoptó como universo de análisis la región histórica del Noroeste, designada antiguamente con el nombre de Tucumán, la cual posee rasgos identitarios propios que la distinguen dentro del país. Esta región fue calificada por Bernardo Canal Feijóo como la “más histológicamente integrada” de la Argentina.

En esa etapa pude conocer al profesor Bazán en profundidad y mi admiración hacia su persona fue creciendo, ya que detrás de ese gran investigador había un hombre de una generosidad única. Además, tuve la posibilidad de acompañarlo en sus viajes. El Bicentenario de la Independencia nos encontró en San Miguel de Tucumán, donde brindó una exposición magistral sobre “El aporte del Norte a la formación de la Nación Argentina”. Mi sorpresa no fue la calidad de la exposición, sino el interés que su figura despertaba en las nuevas generaciones, en los estudiantes de historia del Noroeste, en especial de Salta, Jujuy y Tucumán. En esa oportunidad, los jóvenes le pedían al profesor que deje su firma en los libros que llevaban, le solicitaban sacarse fotos, le realizaban preguntas y le proponían que visitara las provincias del norte porque querían escucharlo. Ese viaje me marcó para siempre porque entendí cómo lo valoraban todas las generaciones en las provincias del interior argentino.

Posteriormente, con motivo de un homenaje que se le brindó en el Congreso de la Nación, tuve la posibilidad de hablar en el Salón Illia en nombre del profesor Bazán, lo cual fue una muestra de la generosidad de este gran hombre. Modifiqué la parte final de la exposición que él había revisado cuidadosamente en varias oportunidades. En aquella oportunidad expresé que “los homenajes deben hacerse en vida”. Sigo sosteniendo lo mismo.

En 1984, investigadores de reconocida autoridad sobre temas político-institucionales, pensamiento, letras, historiografía y folklore presentaron ponencias que fueron publicadas en siete volúmenes con la ayuda financiera del CONICET, obtenida por gestión de su director. Estos trabajos originales demostraron el aporte del NOA a la historia y la cultura argentina.

Una línea importante de gestión desarrollada por el director del Centro fue la formación de una biblioteca especializada para la consulta bibliográfica de investigadores y alumnos. Como integrante de la comisión asesora de Historia, Geografía y Antropología, el licenciado Bazán gestionó subsidios del CONICET para la adquisición de colecciones y libros especializados en Historia Argentina y Regional que conforman actualmente un patrimonio de varios centenares de volúmenes.

En referencia a la labor cumplida por dicho Centro, se debe destacar que a partir de 1992 inició una tarea sostenida en materia de investigación y se constituyó en órgano consultor y evaluador de distintas actividades académicas. Además, representó a la UNCA con calidad y jerarquía en congresos, simposios y jornadas de las universidades del NOA y del Norte Grande, incluyendo instituciones oficiales del Gobierno de la provincia.

El proyecto más importante abordado por el Centro fue la investigación sobre el patrimonio cultural del NOA. Para ello, Bazán estrechó compromisos de colaboración con destacados especialistas que hacían docencia en otras universidades de la región. Esta reciprocidad intelectual dio como fruto un libro pionero en la historiografía argentina, titulado “La cultura del Noroeste Argentino” y publicado en el año 2000, “Los Pueblos de Ancasti”. Asimismo, cabe destacar que la contribución más reciente del Centro ha sido la publicación de “Los pueblos del Alto” año 2014.

El Centro de Investigaciones Históricas del NOA entró en un inesperado impase por una actitud mezquina de un doctor de una vecina provincia del norte, que no comprendió nunca la importancia de Bazán para nuestra historia. Esta situación produjo un profundo dolor en el investigador nacido en Córdoba, que vivió y amó profundamente a La Rioja y adoptó a Catamarca como la tierra donde forjó su familia y su destino. A pesar de todo, siguió trabajando en discursos y exposiciones y colaboró con investigadores de provincias vecinas y del interior de Catamarca. Recuerdo cuando un colega me dijo que “el centro no funcionará más” y yo, con la tozudez que me caracteriza, contesté: “En algún momento lo lograremos”. Pasaron los años, el sillón del Centro estaba casi destruido y apartado en un rincón, pero seguíamos con las esperanzas.

Llegó el momento propicio cuando la entonces decana de la facultad de Humanidades, se hizo eco de la preocupación de Bazán. La inquietud de reactivar el Centro de Investigaciones Históricas del NOA (CIHNOA) se transformó en emoción y ansiedad debido a todas las investigaciones que se reactivarían y posibilitarían. Además, el Centro llevaría el nombre de la persona que lo creó: “Armando Raúl Bazán”.

El viejo sillón de roble resplandecía nuevamente con el color azul que tanto había esperado su dueño. Sin embargo, Dios decidió que casualmente el mismo día en que pasó a la inmortalidad Manuel Belgrano, el 20 de junio, se fue “el alma mater de la Historia Regional del NOA”, cuya vida y obra le dejó a esta provincia un gran legado.

Nadie podrá ocupar ese sillón por muchos años. Seguirá esperando a su dueño, a ese historiador único que, con tino, prosa clara y gran capacidad intelectual y humana, ha legado una producción historiográfica importante e incomparable.

El sillón de roble seguirá habitando ese lugar importante en el CIHNOA, cerca de la pared, al lado de la biblioteca y será siempre el fiel testigo de la alegría de su dueño de poder dar el discurso de reapertura del Centro. El profesor Bazán había preparado el listado de invitados, había escrito su discurso e incluso quería asistir a trabajar diariamente. Desde el cielo, Armando Raúl Bazán estará guiando los pasos de quienes emprendan investigaciones referidas a los pueblos del interior y seguramente acompañará los trabajos y aportes de los colegas de áreas afines que permitan asemejar en calidad la gran experiencia que fue el libro “Cultura del NOA”.

Vuelvo a repetir lo que expuse en el Congreso de la Nación: “Los homenajes se hacen en vida” y es mi deseo el destacar que la facultad de Humanidades, han sabido homenajear a quien fuera “el patriarca de la Historia Regional en Argentina” cuando logró, luego de una importante gestión, el traspaso del Centro de Investigaciones Históricas del NOA de la Universidad Nacional de Catamarca a la facultad de Humanidades, mediante resolución.

“A la edad uno la lleva en el espíritu”, sabía decirme Armando Raúl Bazán. Ansío que su ejemplo de sacrificio, constancia, pasión y fervor por la historia se multiplique. El profesor siempre estará vivo en mi pensamiento y en mi corazón.

Gracias, Armando Raúl Bazán, por tanto.

Armando Raúl Bazán aniversario fallecimiento 20 de junio Homenaje

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