Este 19/11, los argentinos tenemos dos candidatos y tres opciones:

1) la religiosa, votar por Massa, el vicario de la diosa del Olimpo Kirchnerista -Cristina- y consagrar asi el quinto mandato K desde el 2003, llevándolo hasta el 2027.

Es religioso, porque combina una “fe irracional” en un proyecto auto-proclamado Nac&Pop basado en un “Mito Populista” combinado con una masiva distribución de subsidios sociales y el otorgamiento de prebendas a los líderes sindicales, agrupación de DD.HH. y de izquierda.

El resultado es la perpetuación en el poder de un modelo de corrupción y destrucción estructural del tejido social (por la desaparición del mérito, el trabajo y la inversión como mecanismos para alcanzar la equidad y el desarrollo).

2) la fatalista, que consiste en una definición de “neutralidad” ante el hecho consumado de dos opciones, frente a las cuales solo cabe la posibilidad de oponerse recurriendo al Voto en Blanco.

Es fatalista, porque estimula una actitud de RESIGNACIÓN ante una realidad calificada como inmodificable y perversa. Cabe la seria posibilidad que, detrás de esta posición “Principista”, exista la voluntad, NO EXPLICITADA, de algunos dirigentes, de “colaborar”

Con un supuesto “gobierno de Unidad Nacional” encabezado por Massa y Cristina (ya practicado y frustrado con la formula Cristina-Cobos en el 2007 y reiterada con la Presidencia Títere de Alberto Fernández en el 2019).

3) la voluntarista, representada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, de responder a la voluntad de CAMBIO expresada por el 54% de los votos emitidos, en una suerte de “interna” que fuera ganada por Javier Milei.

Es voluntarista, por que consiste en una bien intencionada voluntad de apoyar a quien, con el 30% de los votos, fuera exitoso al representar una decisión de reforma del Estado, re empoderamiento de la Sociedad Civil y terminar con la corrupción y los privilegios de una clase política -la casta- que no pudo corregir por si misma un prolongado ciclo de decadencia y empobrecimiento.

Quien escribe estas líneas no propone ni acepta ser neutral. Me pronuncio por la versión “voluntarista” en la conciencia de los riesgos que se corren pero con la decisión de aportar para constituir un gobierno de coalición, con mayorías parlamentarias y amplio apoyo federal.

En un momento tan trágico y decisivo, no podemos escatimar esfuerzo alguno para revertir un rumbo que, de no alterarlo, nos conduce directo al precipicio.

Alcanza con mirar los ejemplos que el mundo nos plantea, para entender cómo la división del centro y la derecha democrática solo son funcionales a la izquierda y el populismo.