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Columnistas

Seguir viviendo en la misma realidad que pretendemos cambiar

Por Rafael Oviedo (*)

No hay forma de remediar la pérdida de un hijo, ni solución o compensación alguna. No existe forma de mitigar ni enmendar el hecho.

Cuando ocurre un crimen como el de Fernando, la sociedad, no como algo abstracto sino como conjunto de personas que conviven, tiene la obligación de responder dos preguntas: ¿Qué es lo que falló para evitar que eso ocurra?, y ¿Qué es lo que se va a hacer para que no vuelva a pasar?

El juicio a los involucrados tiene que ver con la respuesta que la ley dará a la segunda cuestión. Es una respuesta inmediata al hecho puntual. Mientras que en la sociedad el crimen sigue estando prohibido, en el seno de las victimas el mismo ha irrumpido obligándolas a convivir con el. Han dejado de tener las mismas reglas. Las víctimas han sido expulsadas de esa sociedad, la respuesta a ellas es inútil en tanto nada soluciona y solo busca volver a acogerlas.

Es para aquellos que no han sido damnificados que será útil la respuesta de la justicia. Determinando la responsabilidad de los que han participado del hecho, la condena es su respuesta a ¿qué vamos a hacer? Las penas incluirán la separación de la sociedad el tiempo necesario hasta que puedan volver a convivir en ella. El aislamiento no busca ser un castigo aun cuando el aislamiento lo signifique. Busca el tiempo para su recuperación. La reclusión perpetua será la respuesta cuando ese objetivo sea imposible de alcanzar. La necesidad de cárceles que no sean para castigo se vuelve imprescindible. Cárceles donde sean tratados como seres humanos, donde la separación según los delitos y reincidencia se pueda poner en práctica. Es por esto que el art. 18 de nuestra constitución dice: “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”. Si fuera solo por castigar, podríamos recurrir a los azotes, la hoguera, el ojo por ojo o el destierro.

Pero mientras la justicia actúa, por qué no intentar responder la primera pregunta, ¿qué es lo que falló? El Estado, como entidad que articula esa sociedad debe dar las primeras, pero no únicas respuestas.

La instancia inicial de socialización es la escuela, donde las personas se alejan de la familia para interactuar con desconocidos. A esto le siguen otras ocupaciones, ser miembros de un club, practicar deportes y cualquier otra actividad que forme y ejercite la convivencia, también las salidas nocturnas. Se puede aceptar que una persona pase por todas estas etapas, la mente tiene esos misterios, ocultando su naturaleza ….. pero, ¿podemos aceptar que todo un grupo de perversos cumpla con todas las instancias socializadoras y no hayan existido señales claras de su peligrosidad? Sí esto es así, entonces todo el sistema educativo/socializador no vale absolutamente nada.

Si en la caracterización del grupo aparecen como común denominadores la clase social, el deporte que practican, la vestimenta o cualquier otro rasgo, debemos siempre tener presente que buscamos dar respuesta a ¿Qué es lo que falló? Y si rescatamos esas características es por qué esa información es relevante para elaborar la respuesta. De lo contrario podemos concluir falsamente en que son las características distintivas de un grupo de personas que debemos aislar y al aplicarlo en la sociedad condenar a justos por pecadores, ni siquiera hará falta confirmar la regla. Nazismo, racismo, xenofobia pueden ser ejemplos de este razonar.

¿Por qué un grupo de violentos en un bar es sacado a la calle sin que intervenga la policía? Y acá entra un concepto de la policía que no practicamos, el de la policía para cuidar, para prevenir, y calabozos preparados para recibir no solo criminales, sino personas comunes, que deben ser aisladas transitoriamente para su resguardo y el de la sociedad.

¿El sistema educativo funciona correctamente? en su objetivo de formar futuros ciudadanos. ¿La policía cumple correctamente su función de custodios y referentes del orden? ¿Las cárceles sirven para que quienes pasen por ellas salgan mejores ciudadanos?

Por qué si el sistema educativo es solo un trámite burocrático de varios años, la policía alguien sin autoridad o una amenaza a la que no se debe recurrir y las cárceles un espacio de reos hacinados que intentamos mantener aislados el mayor tiempo posible, y no reclamamos un cambio, no solo no estaremos dando una respuesta a la primera pregunta, sino que no estamos atacando las causas primeras para que esto no vuelva a ocurrir.

Entonces insistamos en que son animales que han permanecido acechando ocultos entre nosotros. Detengámonos en los detalles de charlas, actitudes, y todo hecho que pueda sostener que eran monstruos al acecho, que nada pudo o podía hacerse. Busquemos los rasgos (ropa, deportes, clase social o económica, vestimenta, por qué no peinados, color de piel o inclinación sexual que les sean comunes) con los que podamos identificar a tiempo animales similares. Consolemos a las víctimas por qué en definitiva ha sido una calamidad, el destino, la mala suerte y recemos para que la próxima vez no nos ocurra a nosotros.

Y sigamos viviendo en la misma realidad que pretendemos cambiar.

(*) Especial para El Pucará

Fernando Sosa Báez por qué El Estado realidad

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