Como ocurre cada dos años, nos llaman a votar. Primero en las PASO, en las cuales se define cuáles serán las candidaturas definitivas para las elecciones generales del 22 de octubre y, además, cuáles serán las coaliciones y partidos que podrán participar, tras alcanzar el mínimo del 1,5% de los votos que se requiere. Después de varios años con Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, las dos grandes coaliciones presentan dos precandidatos presidenciales cada una, por lo que ya no se trata de un mero trámite de ratificación.
Pero más allá de los nombres en danza, y de las chicanas, acusaciones, golpes bajos y alguna que otra idea lanzada al ruedo, lo genuinamente importante es que tenemos una nueva ocasión para incidir fuertemente sobre el rumbo de los gobiernos a nivel nacional, provinciales y municipales, así como la composición de la mitad de los poderes legislativos: Congreso de la Nación, legislaturas provinciales y concejos deliberantes. Todavía nos falta mucha docencia cívica, y en forma continua, para explicar cómo funciona este mecanismo de relojería institucional para que pueda ser comprendido hasta en el más remoto rincón de la geografía argentina. El sentido de la ciudadanía se fortalece y aprecia cuando se conoce por qué y para qué estamos votando.
Es cierto y resulta inocultable que los problemas que tenemos son abrumadores, pero nadie jamás ha logrado salir de su atolladero con la lamentación y el desgano, ni tampoco la indiferencia. Votemos. Votemos por aquellos que consideremos mejores o, por lo menos, la alternativa menos mala. Si bien no hay candidaturas perfectas, ya que estamos eligiendo entre seres humanos, hay algunas que son interesantes porque aportan trayectoria personal y profesional, un camino acreditado en la sociedad civil, un curriculum por el que tomamos en serio a esas personas. Votemos para premiar y para poner sanciones, pero votemos.
A cuarenta años de vida democrática en modo ininterrumpido, libres del fantasma de golpes militares y tentaciones autoritarias, nos puede ganar la indiferencia y el pensamiento fácil de que “son todos lo mismo”, pero está lejos de ser así. Hay muy buena gente que se involucra en las lides de la política, plena de sinsabores y amarguras, pero con el objetivo de resolver los grandes y pequeños problemas.
En estos comicios, y sobre todo en las PASO, se anticipa que puede haber un gran ausentismo. En tal caso, los ganadores serán las maquinarias políticas, aparatos sostenidos por el dinero de los contribuyentes y corrupción para mantenerse a perpetuidad en el poder. Esta elección se trata, como tantas otras que vendrán en el futuro, de ciudadanía contra aparatos políticos. ¿No conocemos a todas las alternativas políticas y a quienes se presentan? Un rato en los buscadores como Google nos pueden brindar información muy básica, que supere un poco el “me gusta” o el mero rumor.
Votemos, porque es un derecho, un deber y una necesidad.
Comentarios