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Cultura

Detalles novedosos en la tierra de los chinchillones

En la nota anterior, nos introdujimos en temas relacionados con los simpáticos chinchillones y algunas de sus dolencias, una excursión por los sitios que ellos habitan y algunas curiosidades.
Alberto Lindor Ocampo

Por Alberto Lindor Ocampo

Habiendo contestado dentro de mis posibilidades preguntas que me hicieron lectores habituales a través del mismo Facebook o el propio WhatsApp, me parece interesante agregar algunos otros asuntos que, si no son de su conocimiento, puede que los induzcan a leer más sobre éstos particulares temas que, por otra parte, son muy caros a mis sentimientos. Además estaban prometidos.

Por ejemplo, al incursionar en los escritos del Inca Garcilaso de la Vega y sus “Comentarios Reales de los Incas”.

“Esta obra, categorizada como una crónica, tiene la intención principal de mostrarnos el modo de vida del antiguo incario, y nos presenta además los móviles y los hechos que se suscitan ante la llegada española al Perú, transmitida desde la postura del testigo,2 ya que las referencias que hace Garcilaso en su discurso no son hechos vividos, sino sucesos que son anteriores inclusive a su nacimiento y también a la llegada de los españoles al territorio peruano. Se puede mencionar además que Garcilaso, al observar este primer problema (que es el de estar alejado de los hechos), nos presentará referencias de otros cronistas como Pedro de Cieza, Blas Varela, entre otros, logrando así una consistencia loable en su obra, ya que no sólo se referirá a su visión individual del Perú, sino que logrará integrar otros discursos para conseguir un corpus único y más definido en lo que respecta a los datos que integra en sus crónicas".

“[Garcilaso]Estima que se necesita explicar a España, América y Europa que no se trataba de reinos de bárbaros, sino de gentiles; que no se trataba de pueblos carentes de desarrollo, sino de pueblos que tenían una civilización. A Garcilaso no le quedaba otra opción que recurrir a la cultura y la historia para vencer a la política de la espada y el arcabuz, y así preservar al hombre y a la cultura autóctonos. Entonces decide escribir los Comentarios Reales de los Incas” reales, reales no por lo de monárquicos sino por lo de veraces, para rectificar a los historiadores a sueldo que habían comenzado ya a profesar en Europa la versión de una América caníbal”

AUTOR: PABLO ASTORGA: La visión de integración cultural del Inca Garcilaso de la Vega a través de la obra Comentarios reales de los incas.

Otras curiosidades advertidas en oportunidad de aquella excursión, que no fue la única sino una de tantas visitas por el cerro Ambato durante más años de los que hoy recuerdo, es el encuentro de FAUNA sorprendente y una FLORA con ejemplares dignos de mayor atención como la YARETA O LLARETA.

Al iniciar el viaje narrado, encontramos apenas pasadas las primeras estribaciones y aún cerca de la Villa de el Rodeo, una serpiente yarará, en éste caso una yarará mediana ( bothrops). Llegados al sitio conocido como cerro “El Morro” de unos 2800 m.s.n.m., en algunas vertientes había cangrejos de río y unas ranas muy curiosas.

Rodeados de un sinfín de ejemplares de flora y “ yuyos medicinales” que el PILA CARRAZANA, vaqueano que manejaba con la destreza de un químico farmacéutico ( conocía cada una, sabía si eran buenas para las salud, para dar sabores a las comidas, peligrosas o directamente misteriosas), para preparar los mates que nunca nos dijo de cuales hierbas se trataba.

Hagamos un salto en la narrativa y , habiendo contado lo de los chinchillones, lleguemos directamente a la Casa de Piedra de El Manchao ,(*) fue lugar de encuentros asombrosos: picaflores o colibríes bellísimos con su muy larga cola roja con bandas negras; pequeñas palomas de patas naranja, algunas distraídas “ perdices ala colorada”, zorros de gran desarrollo ( para mí raros a esas alturas) ya cercanas a los más de 4000 m.s.n.m. y, obviamente, con la abundante presencia del ave voladora más grande, rey indiscutido de las alturas, el emblema de la naturaleza, conocido como Cóndor ( Vultur gryphus) que bueno es que lo diga una vez más, NO es una ave cazadora sino carroñera.

A propósito de la mención del Manchao (*), tengo una anécdota imperdible ocurrida durante una exposición en el Centro Internacional del Turismo, frente mismo a Plaza de Mayo, obviamente en la Capital Federal.

Sigamos. Venía desarrollando mi charla con una audiencia realmente sorprendente y mediante mis habituales muestras con diapositivas, cuando desde el público y, al mencionar yo al cerro Manchao, una persona levanta su mano, se incorpora y me dice:” Usted está pronunciando mal el nombre, se dice MANCHADO”. Recurriendo a mis modestos conocimientos y lecturas, recordé haber leído en bibliografía del padre ANTONIO LARROUY, refiriéndose a éste tema, que lo correcto era llamarlo Manchao debido al origen de su nombre indígena que tenía como significado: MANCH como topónimo de miedo y AO, la terminación de lugar… el LUGAR DEL MIEDO, aunque aún también le asignaba un significado de “ malo de los Altos”… nada que ver con la franja caliza que lo atraviesa en la cara éste del mencionado cerro y dejando el elegante nombre de Manchado para aquellos que pronuncian un castellano de academia. Vale decir, que la situación del desencuentro verbal, pudo ser abordado con lenguaje netamente catamarqueño.

Siguiendo con nuestros hallazgos de altura, encontramos pircados supongo que “indígenas” ya que estaban casi cubiertos por enormes yaretas, poco visibles pero, gracias a varios trozos de cerámica, hacía presumir que se trataba de restos arqueológicos.

En varias conversaciones con arqueólogos de fuste y dado que el crecimiento de esta planta es extremadamente lento , si llegaba a cubrir restos como los pircados que mencioné, puede que la yareta o llareta, indique fechas de antigüedad, si se toma como parámetro el desarrollo de esta vegetación tan particular.

Presumo que ya los debo haber cansado y, si por esas cosas que tiene esta tarea de escribir, documentar y contar, dejemos por el momento el tema, no sin antes comentarles que llegada la noche y habiendo preparado convenientemente los aposentos de la Casa del Manchao, dispuestos al descanso de la mano de Morfeo, me quedé largo tiempo viendo un cielo como nunca lo había percibido. Las estrellas “ fijas y móviles “ ( estrella fugaz, no pocas), algunas que se movían en el firmamento lentamente pero de modo perceptible y no eran otras cosas que los satélites artificiales, la vía láctea, la cruz del sur, las siete cabrillas y con seguridad infinitas constelaciones que no son patrimonio de mi sabiduría de entonces y menos luego de tanto tiempo que no volví por esos ámbitos que siempre guardo en mi corazón.

Nota: habrá una tercera y última nota que podrán curiosear aquellos que tengan la paciencia suficiente.

Fotos: Contraluz en el Cerro MANCHAO

Yareta o Llareta

Los chinchillones segunda nota el Inca Garcilaso El Manchao

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