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Cultura

En el día de la tradición, el gaucho Martin Fierro

Desde el nacimiento de la patria en 1810 a 1820 en las guerras de la independencia, los distintos gobiernos revolucionarios del Rio  Del Plata se proveyeron de una metodología utilizada por los españoles: La Leva forzosa  y la destinación, que tenía por objeto reclutar hombres para la guerra y el sindicado por las autoridades fue, el gaucho.

La leva forzosa y el enganche fueron una especie de reclutamiento obligatorio para integrar las fuerzas, de modo compulsivo y estricto por las autoridades militares, policiales y judiciales.

El gaucho sindicado  por  la leva, eran aquellos marginados en la sociedad, sin ocupación, ni oficio,  presidiarios, liberados para la agrupación militar. Se agregaban los mendigos, los desocupados denominados peyorativamente “vagos y mal entretenidos”.

La leva fue utilizada en distintas etapas de nuestra historia. En la campaña del ejercito del norte con Belgrano, etc.

El gaucho debía tener la papeleta de conchabo.

Era de uso obligatorio para aquellos no propietarios que estaban obligados a trabajar en las estancias rurales, donde su patrón lo habilitaba para transitar libremente con esa papeleta llamada conchabo. La validez era de tres meses y dentro de los límites de su pueblo de residencia.

Esta forma de trabajar en las zonas rurales de la Argentina  duró hasta finales del siglo XIX.

Aquellos gauchos que incurrieran en la falta de conchabo eran condenados a servir al ejército de línea por varios años.

Los gauchos infractores que tuviesen problemas de salud requeridas, cumplían igualmente la condena cumpliendo trabajos de servicios públicos sin percibir haberes por el doble de los años previstos.

Estas medidas eran frecuentes en zonas rurales argentinas, con lo que se lograba, abaratar el costo de mano de obra.

A partir de mediados del siglo XIX, irrumpe como un indicativo de propiedad privada el uso del alambrado, como un límite a la movilidad del gaucho en los Campos.

Queda completamente aclarado, la función de “leva forzosa”, era utilizar como carne de cañón, al gaucho, para la guerra.

Éste perverso sistema fue desapareciendo después de la Guerra de la Triple Alianza, en 1865 -1870 con la organización de las fuerzas militares profesionales y permanentes. Cabe recordar que esta guerra contra el hermano país del Paraguay, no recibió el apoyo de los gauchos  del interior.

Los gobernadores en cambio estaban estaban de acuerdo con el presidente Mitre.

Por caso, en  Catamarca la gente se negó a  la incorporación.

Un testigo calificado, el juez nacional Filemón Posse, explicaba al Ministro de Justicia, Eduardo Costa, los procedimientos compulsivos que había utilizado el gobierno local, de Víctor Maubecin, al expresar que “se ponían guardias hasta en las puertas de los templos para tomar a los hombres que iban a misa, sin averiguar si estaban eximidos por la ley”.

El mismo testigo señala, el estado de desnudez de la tropa, lo cual movía la compasión del vecindario cuando salía a la plaza para recibir instrucción. “Más parecen mendigos que soldados que van a combatir por el honor del pueblo argentino”, afirmaba, agregando que tal situación suscitó la piadosa intervención de la Sociedad San Vicente de Paul que les proveyó de ropa y comida.

Nadie en el interior quería ir a una guerra fratricida, sin embargo Mitre, haciendo caso omiso, esgrimió su poder y lanzó una brava campaña  en el interior, para “reclutar” hombres que más tarde serían solo para satisfacer sus glorias militares

Tras la leva de “voluntarios” catamarqueños existe el documento de un herrero que dice:

“Recibí del Gobierno de Catamarca, la suma de 40 pesos bolivianos por la construcción de 200 grillos para los “voluntarios” catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay”.

El 8 de octubre de 1869, tres años antes de la aparición de “El Martin Fierro” de José Hernández, el senador Nicolás Oroño expresaba antes sus pares “...se ha comprobado que las guarniciones de los fortines eran insuficientes, que estaban desnudas, desarmada, desmontadas y hambrientas....” Naturalmente esos sufridos soldados, abandonados eran los gauchos argentinos.

El Ministro de Guerra ni se inmutó, ante la denuncia del senador Oroño.

Apenas treinta días antes que apareciera la obra de Martin Fierro, el diario La Nación hacia resaltar la gestión ejercida por el Ministro y que las inversiones en las fronteras equivalía a 23 millones de pesos fuertes.

Un aviso de un diario denominado La República. Decía “muy pronto saldrá a la luz un folleto en versos gauchescos, escrito por el señor José Hernández”.

Pocos días después  (nunca se ha podido precisar la fecha exacta), aparecen esos versos gauchescos, con el título “ El Martín Fierro”, fueron editados en un modesto volumen de 76 páginas impresas en papel  diario. Agotó su primera edición en dos meses.

Buenos Aires  y la  clase intelectual,  con aires de suficiencia, decidió guardar silencio a la obra de José Hernández, como si con esa actitud descalificara a la denuncias de atropellos que sufría el gaucho, que contenía la obra

Como dice la sentencia “nadie es profeta, en su tierra”. Los primeros aplausos y aprobación proviene del Uruguay, el periódico “La Tribuna” refiriéndose  al defenestrado autor. reconocen y se reconcilian con el gaucho argentino a leer , las peripecias vividas en su propia tierra.

Pero éste humilde folleto produjo una enorme repercusión y fue recibido con júbilo en Francia, España.

En Estados Unidos, una sociedad literaria lo nombró miembro honorario a José Hernández  y se ingenió para conseguir por medio del periódico uruguayo la imagen del poeta barbado.

Esta situación ocurría en el mes de junio de 1873 , sin embargo toda la prensa argentina guardaba un silencio cómplice a ejemplo de la elite de Buenos Aires.

El autor hacia resaltar a los sectores sociales  de las áreas rurales como los principales lectores. El dueño de la pulpería generalmente leía en voz alta, para los gauchos parroquianos analfabetos, en su mayoría.

Los versos quedaron grabados en sus cabezas  que lo recitaban de memoria.  En el mismo lugar de reunión de la paisanada, el gaucho compraba, yerba, azúcar, tabaco, harina, y la ginebra junto con el Martin Fierro.

En los primeros 6 años se vendieron 48 mil obras. Ello fue considerado por Hernández para continuar en 1879, “Con la vuelta de Martin Fierro” con un tiraje de 20 mil ejemplares. Una cifra descomunal para la época. Continuaron con la zaga los gauchos de las campañas rurales.

La clase intelectual y la oligarquía gobernantes recogieron el sayo tirado por Hernández.

Pérez Amuchástegui en su libro “Mentalidades Argentinas 1860-1930” Sostiene que “el Martin Fierro es la antítesis del Facundo de Domingo Faustino Sarmiento, de la “civilización y Barbarie” libros llenos de odios hacías nuestra sangre criolla, haciendo hincapié en los defectos de lo original. Un complejo de inferioridad racial, que compartía con Alberdi que propiciaba las corrientes inmigratorias nórdicas y elogiaban todo lo proveniente de Europa en desmedro del elemento nacional y sus tradiciones.

En el año 1881 un crítico literario de Bolivia, Prieto Subieta, quedó deslumbrado por la grandeza literaria de la obra Martin Fierro, Escribió en el diario “Las Provincias” una series de artÍculos resaltando  “como la primera gran obra genuinamente latinoamericana, que no se abrevaba en fuentes europeas “Sin embargo éste critico era un desconocido para la elite porteña que no mostró para nada, ningún interés...

En 1894  proviene de España una opinión autorizada, el filósofo Miguel de Unamuno que elogiaba el  poemario de Hernández, en una publicación de una revista española.

Las puertas de las letras argentinas por fin se  abrieron, cuando un encumbrado  representante de esa clase ilustrada, Leopoldo Lugones en 1916, leyó el Martin Fierro y lo definió como un poema épico. No obstante ello fue aceptado de modo tibio por esos sectores urbanos y cultos de la Argentina.

Nos despedimos con un verso del Martin Fierro que sintetiza sus intentos de utilizar la pluma en defensas del más desprotegidos de la sociedad Argentina, el GAUCHO ARGENTINO.

“ Y aquí me despido yo, que he relato a mi modo, males que conocen todos ,pero que naide contó ”.

Prof. Juan Carlos Ponce

 

Fuentes:

  1. PEREZ AMUSCHATEGUI
  2. “ MENTALIDADES ARGENTINAS 1860-1930.

-DIARIO EL CLARIN

“ UN FOLLETO QUE SE CONVIRTIÓ EN UN CLASICO” 27 DE NOVIEMBRE DE 1997

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