Se trata de un trabajo de articulación institucional que, desde hace meses, están llevando adelante técnicos de la citada agencia del INTA a los fines de contribuir con la autoproducción de alimentos agroecológicos mediante la implementación de huertas y la generación de capacidades instaladas en los internos participantes.

Los encuentros se basan en capacitaciones teóricas y talleres prácticos, donde los técnicos implementan el paquete pedagógico masivo audiovisual de huerta para explicar los conocimientos, que luego son aplicados en los terrenos de las distintas unidades del penal.

Semanalmente, los internos desarrollan trabajos de huerta con prácticas agroecológicas y, con materiales disponibles en los pabellones, arman maquetas para ser presentadas en la finalización del curso.

Cabe destacar que el objetivo central de la formación que reciben los internos es que se disminuya el índice de reincidencia, donde las capacitaciones se transforman en instrumentos clave para la inserción social.

En tal sentido, el Pro Huerta promueve estas experiencias de articulación en diferentes unidades penitenciarias del país para la creación de huertas agroecológicas como espacios de formación e intercambio productivo para la inclusión social. En tanto, para los internos estas prácticas son oportunidades para mejorar la alimentación y trabajar en equipo, lo cual contribuye a reducir su reincidencia e implica el aprendizaje de oficios que pueden desarrollar en su futura reinserción social.

Trabajo Interinstitucional

El proyecto involucra un entramado donde cada institución interviene aportando las herramientas para la futura inclusión social de los 45 reclusos de todas las unidades de Villa Urquiza con las que se está trabajando.

En tal sentido, la referente del Programa de Salud en Contexto de Encierro del SIPROSA (Ministerio de Salud de Tucumán), Dra. Gabriela Shujman, señaló que “este programa tiene como objetivo capacitar a promotores de salud en el penal y una de las líneas que trabajamos es la alimentación saludable, por lo cual convocamos al INTA-en primera instancia- para trabajar en huertas”.

“Esta -continuó- ha sido la primera experiencia en la que trabajamos con estos promotores y el INTA, que ha servido para que se formen y, sobretodo, para tener herramientas para que el día de mañana puedan transmitir estos conocimientos a sus familias”.

“Los talleres fueron muy dinámicos con mensajes claros, cartillas y experiencias. Pero, la actividad de lectura ha generado que gente que tenía experiencia de trabajar en huertas la pudiera expresar y compartir con sus compañeros, enriqueciendo los talleres”, puntualizó Shujman.

Consultada sobre el impacto del trabajo interinstitucional manifestó que “ha sido muy positivo, ya que cada uno desde su lugar ha promovido herramientas con el objetivo de restituir algunos derechos que hoy no tienen los internos. La idea es dar oportunidades y conocimientos, que hace a la diferencia y, a veces, es lo único que se necesita”.

Por su parte, la Jefa de la AER San Miguel de Tucuman, Lic. Myrna Lazarte, subrayo que “El INTA reconoce que las cárceles son espacios urbanos de interculturalidad. En ellas se produce una fusión, una mezcla de valores culturales, costumbres, un aprendizaje cultural”.

“Cuando los reclusos conviven en el mismo centro penitenciario, esto permite enriquecer el proceso de producción de alimentos de manera agroecológica, además de integrarlos a la alimentación diaria, lo que permite también recuperar los hábitos mediante un proceso de intercambio de saberes”.

Por último, Lazarte destacó que “los espacios de encuentro de cada capacitación y trabajo en la huerta sirvieron para fortalecer lazos de compañerismo y sus capacidades; también, para reforzar sus redes sociales y formarse educativa y laboralmente para que, a su salida, cuenten con una serie de hábitos y competencias que les permitan llevar una vida social y laboral que reduzca sus posibilidades de reincidencia”.

INTA EEA Famaillá