Los barbijos se volvieron parte de nuestra nueva normalidad al ser una herramienta fundamental para evitar los contagios pero quizás nunca nos pusimos a pensar en su impacto ambiental.

Las mascarillas descartables están hechos de plástico, polipropileno en general, y no de tela 100%, es decir que no son biodegradables pero tampoco se reciclan. Se desarman con mucha facilidad por lo que rápidamente se convierten en microplásticos y según un estudio de Ocean Conservancy cada barbijo puede liberar 173.000 microfibras.

La mayoría de las veces en la practicidad se encuentra el lado b. Se cree que tardan aproximadamente 400 años en "descomponerse". Según datos de National Geographic se usan 129.000 millones de barbijos descartables al mes, es decir, 3 millones por minuto. 

Según OceansAsia más de 1.569 millones de barbijos terminaron en los océanos durante el año 2020.

Esto afecta esto a nuestra vida marina al poder confundir nuestra flora y fauna con alimento y así muere. Por otro lado los microplásticos que estos barbijos generan se meten en las cadenas tróficas, es decir, las cadenas alimenticias y llegan hasta a los humanos que consumen animales.

La mayor amenaza de contaminación es la mala práctica a la hora de desecharlos. Por eso, una activista de Instagram "Eco Cambio" recomienda que la mejor opción es crear mascarillas caseras y reutilizables, desechar los barbijos descartables en la botella de amor y en caso de no contar con dichas botellas cortar las tiras de los barbijos, ya que estas causan la muerte de muchos animales cuando se enredan en ellas.

El tiempo de degradación de cada barbijo depende de los materiales con los que fue confeccionado. Los que tienen un mayor porcentaje de tela y algodón, se degradan más rápido que los que están fabricados con plástico. Por eso, es importante la implementación de mascarillas o tapabocas caseros, que cumplen la misma función que el barbijo descartable, pero representan una opción más sustentable y amigable con el ecosistema.