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Sociedad

En Europa elogian a Macri por la mayor obra pública en 74 años

En ese momento, la ciudad porteña inauguró el primer tren subterráneo de todo Latinoamérica, adelantándose incluso a Nueva York con un sistema público de agua filtrada y una red cloacal que le ganaba a París en 1915. Aunque la infraestructura de Buenos Aires se ha estancado por los fracasos durante los años de un país que nunca más volvió a ocupar el lugar que supo ganarse.

La red de cloacas es una herencia de la construida un siglo atrás luego de una devastadora epidemia de fiebre amarilla. Colapsada hoy en día, con un 32% de gente que no posee desagües. Aunque una ambiciosa obra busca ganar el tiempo perdido.

“Esta es la obra cloacal más importante en casi 75 años. La última red que se hizo data de 1945”, asegura el presidente de Aysa. La empresa abastece a todo CABA y 26 municipios bonaerenses. En esta extensión habitan 14 millones de personas, y 4 millones de estas, viven sobre la “cuenca Matanza-Riachuelo”, un sistema hídrico natural que desemboca en el Río de la Plata. “Desde hace 200 años, el hombre no hace más que hacerle daño a la cuenca”, explica la ingeniera encargada de las obras, Marcela Álvarez.

Un grupo de familias de Villa Inflamable (un asentamiento muy pobre) demandó en 2008 ante tribunales que el Estado limpie el Riachuelo, considerado uno de los cinco ríos más contaminados en todo el mundo. El expediente se hizo paso hasta llegar a la Corte Suprema, la cual condenó a 40 empresas y a los gobiernos de provincia y nación a llevar a cabo las obras de limpieza lo más pronto posible. Parte del pago de esa deuda con los vecinos de Buenos Aires es la obra cloacal de Aysa.

El proyecto se tituló “Sistema Riachuelo” y comenzó en los 90, aunque se mantuvo archivado hasta 2006 que lo desenterró el kirchnerismo. El fallo de la Corte Suprema contra el Estado presionó al gobierno y el mismo pidió un préstamo de 1.200 millones de dólares al Banco Mundial. El mismo fue aprobado, aunque para 2015, cuando Macri asumió la presidencia, la obra había avanzado tan solo un 1% y el crédito estaba a punto de ser suspendido. Para 2016, el Banco Mundial accedió a alargar el préstamo por cinco años más y las obras se volvieron a arrancar con la concesión de la constructora Impreglio, de Italia.

Acorde al plan del Sistema Riachuelo, 40km de túneles de colectoras cloacales se van a sumar a las ya existentes y van a derivar los residuos hacia una planta de tratamiento que se está construyendo en la costa del Río de la Plata en Dock Sud, un polo petroquímico a casi 7 kilómetros del centro de Buenos Aires. Desde ahí, los deshechos van a salir hacia el Río de la Plata.

Un ascensor metálico desciende 40 metros hacia una galería de concreto excavada a metros de la costa. Bajo tierra, una boca de 4,5 metros de diámetro abre a la estrella del proyecto: el emisario del sistema, un caño de concreto que se internará 12 kilómetros bajo el agua, hasta casi el límite con Uruguay, y transportará el agua tratada para su difusión natural en el lecho del río. El emisario semeja hoy el túnel de un subterráneo, con sus vías de trabajo aún instaladas. A nueve kilómetros del ingreso, 30 obreros hacen turnos de 8 horas y guían a la tunelera que en las profundidades avanza como un gusano, hasta completar los 12 kilómetros del conducto.

Hoy el avance de la obra ya asciende al 70% y se estima que terminará en 2021. “No se trata de una expansión de la red”, explica la ingeniera Álvarez, “sino de recuperar un atraso que lleva décadas y que beneficiará a cuatro millones de personas, el 10% de toda la población del país”.

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