Estamos asistiendo a la mayor pulseada política en 40 años de democracia. En la escena argentina dirimen sus diferencias, quien tiene la máxima autoridad de la nación como es el caso del presidente y quien ostenta el poder real, como son los gobernadores a través de sus representantes. Es una lucha encarnizada, inédita, brutal cuyo epílogo es impredecible.

Todo es brutal en ésta Argentina, es brutal la corrupción, es brutal la evasión, es brutal el gasto público, es brutal la inflación, es brutal la escasez de viviendas y para muchos es brutal pretender bajar el gasto público en dos o tres meses, sin negociar, sin dialogar. El problema es que la casta ni siquiera cedió ante un gobierno gradualista como el de Macri, siendo que muchos de los reproches a él vinieron desde ese lado, de quienes querían una política de limpieza profunda de la basura que desde hace décadas no nos permite respirar y crecer como Nación organizada. En tanto que sus detractores parecen ser los enemigos internos de Milei y Bullrich. Juntos por el Cambio ya es un recuerdo y pronto lo serán el PRO, el Radicalismo y la Coalición Cívica.

Quizás ese escenario de dialogo se produzca si fuera el caso de algunos gobernadores estuvieran dispuestos a arrodillarse ante tanta evidencia del latrocinio al que venimos siendo sometidos el conjunto de los argentinos de buena voluntad. La realidad es que ningún gobernador de la Argentina sabe gobernar sin tener que recibir de nación el dinero suficiente para sobrevivir. La inoperancia manifiesta y la corrupción galopante los convierte en marionetas de la política manejada desde la centralidad de la república. Se quejan del AMBA pero no hacen nada para cambiar su realidad. Al contrario muchos de ellos, como Jalil, en vez de achicar el gasto público, lo exacerban.

Decimos que los gobernadores ostentan el poder porque han ganado sus elecciones conforme a derecho, los mismo que los diputados que representan partidos políticos, aunque adentrándonos en los vericuetos de la representación, decir que representan a alguien en particular o al pueblo en general, sabemos que no es real. El sistema de representación en la Argentina está quebrado por un sistema obsoleto que se refleja en nuestra espantosa realidad.

En realidad, y mal que les pese a los propios legisladores, aquella cruda realidad está atravesada por los múltiples desatinos y es el resultado de algo que el presidente define muy bien, de la casta enquistada en los privilegios y las prebendas, que como es sabido solo benefician a unos pocos en detrimento de millones.

Por esa razón es que el poder –los gobernadores- se plantan ante la autoridad, el presidente, y le hacen frente: ¿Qué defienden con tanto ahínco? Un estado de cosas que mantenga el establishment político, el modelo instalado, en vez de la sensatez que empuja Milei para que los ciudadanos de a pie recuperen la dignidad mancillada por el populismo en forma sistemática desde hace muchas décadas.

El viernes sabremos la verdad y quedará al descubierto que el poder en realidad se detenta, porque se obtiene por métodos perimidos. En el rechazo de la ley bases, la casta eliminó cualquier atisbo de un cambio que implicara la pérdida del poder real que detentan, no que ostentan. La casta tendrá el poder para intentar hacer juicio político al presidente y éste, tendrá siempre la autoridad irreprochable de haber dicho la verdad. Y esa autoridad es la que da prestigio, porque es genuina e inflexible, por eso Milei no negocia con quienes él considera tramposos o coimeros, y el que esté libre de culpas que arroje la primera piedra, como dijo Jesús en el Evangelio y se retiraron todos...

La etimología de autoridad viene del latín: “Auctoritas… Respuesta: «Autoridad» proviene de la palabra latina auctoritas, -atis, derivada a su vez de auctor, -oris que significaba 'creador, autor', 'fuente histórica', 'instigador, promotor'. Milei es eso, es el autor de un proyecto libertario que no admite medias tintas. Le puede ir bien o mal, no lo sabemos aún, políticamente hablando, y de algo estamos seguros, con lo hacho hasta aquí, podemos afirmar que ya le fue bien, porque hizo “ver” a millones de argentinos por donde es que pasa el atraso y las postergaciones indefinidas e infinitas del pueblo.

Pensándolo bien, el presidente de la Nación al inaugurar el período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional ha elegido un horario fuera de lo común para dar su primer discurso ante la Asamblea Legislativa, recordando que el 10 de diciembre al asumir como presidente habló de frente al pueblo y no de espaldas a los legisladores, con muchos piensan, porque su pretensión es que el mensaje llegue a la mayor cantidad de argentinos. Será a las 21 horas y no a las 12 del mediodía como históricamente lo fue.

Sin lugar a dudas que el presidente Javier Milei no miente, lo cual en el mundo que vivimos, especialmente el mundo argentino es una gran ventaja. Siempre fue una ventaja decir la verdad, aunque no todos piensen lo mismo, porque a los políticos les cuesta mucho decir las cosas como son, crudamente, decir la verdad. El viernes tendremos una oportunidad histórica de escuchar a un presidente decir la verdad, al que nadie le puede reprochar nada en eso de decir la verdad sin tapujos, poniendo en evidencia la miserabilidad del poder, es decir de los gobernadores.