Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $853,00 / $893,00
Dólar Blue: $1.035,00 / $1.055,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.033,37 / $1.034,79
Peso Chileno: $92,01 / $92,11
Opinión

Por qué la reunión entre Alberto Fernández y Putin crispó los ánimos en el Gobierno de Biden

La semana pasada el presidente argentino se reunió con el gran protagonista de este conflicto, su par ruso Vladimir Putin. En el encuentro que mantuvieron, Fernández le dijo que quiere dejar atrás “la dependencia” con los EEUU y ofreció que la Argentina sea “la puerta de entrada de Rusia a América Latina”.

Palabras un tanto exageradas (probablemente ni el mismo Putin esperaba tanto) teniendo en cuenta la ayuda que aún se necesita de Washington para cerrar definitivamente el acuerdo con el FMI y considerando el conflicto de carácter bélico que se vive en Ucrania, así como también el vínculo histórico que Rusia mantiene con otros países de la región, como Cuba y, en menor medida, Nicaragua y Venezuela.

El escenario geopolítico es extremadamente frágil y requiere interpretaciones precisas y estrategias diplomáticas premeditada al más mínimo detalle. Repasemos lo que está pasando en Ucrania para entender así por qué la reunión entre Alberto Fernández y Putin crispó los ánimos en Washington.

Qué está pasando en Ucrania

Ucrania es la mayor exrepública soviética y una pieza clave en el orden regional europeo post-guerra fría. La confrontación ha escalado recientemente, pero el conflicto no es nuevo; tiene al menos ocho años.

A finales de 2013, el líder ucraniano afín a Moscú, Víktor Yanukóvich, canceló los planes de firmar un acuerdo que acercaría al país a la UE, después de que Putin propusiera en su lugar una unión aduanera con Rusia, Bielorrusia y Kazajistán.

La medida de Yanukóvich provocó protestas y disturbios civiles en la capital Kiev, que acabaron con su destitución. Poco después, Rusia anexionó Crimea en una acción que fue denunciada como ilegal por una resolución de la Asamblea General de la ONU.

La península, de mayoría rusófona, había sido transferida a Ucrania en 1954 por el líder soviético Nikita Kruschev. El Kremlin dijo que actuó sobre la base de un referéndum realizado en Crimea, en el que el 95% votó a favor de la reincorporación a Rusia.

Sin embargo, los países occidentales, incluida la UE, sostienen que el referéndum (que se realizó una vez que las tropas ya habían invadido la península) fue “ilegal e ilegítimo”. La anexión de Crimea fue un punto de inflexión y el apoyo popular respecto a la adhesión a la OTAN aumentó entre los ucranianos, que antes se mostraban más ambivalentes. Paradójicamente, Rusia está contribuyendo a reforzar el nacionalismo ucraniano que, según algunos políticos rusos, no existe realmente.

Tiempo después, estalló el conflicto entre el gobierno ucraniano y los separatistas apoyados por Rusia, que declararon dos regiones del este de Ucrania, Donetsk y Luhansk (conocidas como el Donbass), repúblicas autoproclamadas.

Un miembro de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, que son unidades voluntarias de las Fuerzas Armadas, entrena cerca de Kiev (AP Foto/Efrem Lukatsky).

Un miembro de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, que son unidades voluntarias de las Fuerzas Armadas, entrena cerca de Kiev (AP Foto/Efrem Lukatsky).

Aunque Rusia y Ucrania firmaron en 2014 y 2015 el Protocolo de Minsk, con el objetivo de lograr un alto al fuego, el conflicto ya ha causado más de 14.000 muertos por repetidas violaciones al acuerdo y se ha transformado en una verdadera guerra de trincheras. Entre 2019 y 2020, creció la esperanza cuando Rusia y Ucrania intercambiaron prisioneros y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy anunció que había una “alta posibilidad de terminar la guerra”.

La tensión en Ucrania recrudeció ahora más que nunca

Para febrero de 2022, Rusia ha reunido más de 100.000 soldados cerca de la frontera ucraniana e incluso ha trasladado tropas a la vecina Bielorrusia para realizar ejercicios militares en medio de un duro invierno.

Además, según el Servicio de Inteligencia Exterior de Ucrania (FISU), Moscú ha enviado equipamiento a los separatistas del este: más de 7.000 toneladas de combustible, armas, municiones, tanques, sistemas de artillería y morteros.

Una pregunta con la que debaten los analistas internacionales es si el presidente ruso Vladimir Putin está utilizando el despliegue de tropas para llevar a Occidente a la mesa de negociaciones o está planeando algún tipo de acción militar, ya sea una invasión a pequeña escala en el este de Ucrania o una invasión a gran escala del país.

En la primavera de 2021, Rusia ya había comenzado a acumular decenas de miles de tropas cerca de Ucrania en respuesta a lo que describió como amenazas de la OTAN, que desde 1992 ha expandido sus fronteras 1.000 kilómetros hacia el este. Esta alianza militar que antaño sólo compartía una delgada frontera con Rusia, en los confines del norte de Noruega, abarca ahora a los Estados bálticos, antiguos territorios soviéticos, a menos de 200 kilómetros de San Petersburgo y 600 km de Moscú.

A principios de la década de 2000, el presidente George W. Bush presionó para que Ucrania se convirtiera en miembro de la OTAN. Francia y Alemania se opusieron, temiendo una escalada con el Kremlin.

A Putin siempre le preocupó hasta dónde iba a llegar la OTAN y ha dejado en claro que no aceptará que sigan ampliando su presencia en la frontera con Rusia. En este sentido Ucrania es estratégica, ya que comparte una frontera de 1.500 km de longitud. Putin ha enfatizado los lazos históricos de Ucrania con Rusia en sus declaraciones públicas: la percibe como parte del “mismo espacio histórico y espiritual”.

En su propio sitio web, la OTAN “condena enérgicamente la acumulación militar de Rusia en Ucrania y sus alrededores” y pide que “deje de restringir la navegación en partes del Mar Negro, impidiendo el acceso al Mar de Azov, y que deje de alimentar el conflicto proporcionando apoyo financiero y militar a las formaciones armadas que respalda en el este de Ucrania”.

Desde el principio del conflicto entre Rusia y Ucrania en 2014, la OTAN ha adoptado una posición firme de pleno apoyo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas.

Putin, las elecciones de 2024 y la economía rusa

Políticamente, el presidente Putin puede estar pensando en las elecciones presidenciales de 2024. Los índices de aprobación de Putin descendieron en 2021 al 63%, ya que los rusos se resisten a las vacunas y denuncian las dificultades económicas provocadas por la pandemia.

En el Kremlin se añoran los estratosféricos índices de casi el 90% de aprobación que se vieron después de la anexión de Crimea, y una nueva guerra o escalada podría distraer al público de los problemas internos y aumentar la popularidad presidencial.

También existen razones de orden económico. Putin ha buscado la adhesión de Ucrania a un bloque de libre comercio dominado por Moscú que se puso en marcha en el año 2000: la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA), transformada luego en la Unión Económica Euroasiática (UEEA).

Con una población de 43 millones de habitantes y una potente producción agrícola e industrial, Ucrania debía ser la parte más esencial de la CEEA después de Rusia, pero Kiev se negó a unirse. Para que la unión funcione hay que incluir a Ucrania y Uzbekistán, sin ellos la organización pierde relevancia.

A su vez, la economía ucraniana se hundió tras romper lazos con Rusia, por el fuerte vínculo que existía entre ambos (hasta el 2018 Rusia era el principal destino de las exportaciones ucranianas). Es decir, la geopolítica es fundamental para entender este complejo conflicto, y son muchas las dimensiones que se entrecruzan: económicas, políticas e incluso culturales, más allá de los componentes estrictamente militares y de seguridad.

Aunque el consenso entre los diplomáticos es que la OTAN no está preparada para aceptar a Ucrania como nuevo miembro, Putin considera que las cartas geopolíticas están alineadas en su contra.

Ucrania, además, es relevante en términos simbólicos: a raíz de este conflicto Rusia intenta demostrar que aún queda algo de esa gran potencia que puede crear y defender su propia esfera de influencia. Putin, que ya lleva 22 años en el poder y logró recientemente un cambio de reglas para asegurarse la reelección indefinida, considera el tema de forma personal. Cree que es el momento de ocuparse de este asunto inconcluso y traer a Ucrania nuevamente a la esfera rusa.

La incidencia del conflicto en Ucrania en la Argentina

Los efectos del vínculo tan especial y estrecho que el presidente Alberto Fernández busca construir con Rusia dependerán, en gran medida, del desenlace del conflicto en Ucrania.

Si las tensiones se agudizan (más aún si derivan en acciones militares abiertas) los costos serán indudablemente mayores y las relaciones con Estados Unidos y Europa podrían deteriorarse enormemente en un momento en el cual la Argentina necesita reforzar su vínculo con el mundo, en especial con los accionistas mayoritarios del FMI, pertenecientes casi todos ellos al hemisferio occidental.

Por eso, esta clase de alianzas estratégicas, como la que insinuó el presidente Fernández ante su par Vladímir Putin, deben considerarse antes que sus beneficios, por sus eventuales costos.

Sergio Berensztein

Alberto Fernández gobierno de Biden Mundo opinión Vladimir Putin

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso