Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $854,00 / $894,00
Dólar Blue: $1.035,00 / $1.055,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.034,38 / $1.035,61
Peso Chileno: $92,07 / $92,22
Opinión

Se abre un interrogante sobre el futuro de Massa en la coalición

Por ejemplo, ¿seguirá Sergio Massa haciendo el rol de equilibrista entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner después de la decisión, aparentemente no compartida por el diputado, de designar a Silvina Batakis como reemplazo de Martín Guzmán?

Massa había jugado fuerte en las horas de crisis. Y aún antes. Compartió un par de viajes con Fernández -a Estados Unidos y a Múnich- con la misión de machacar sobre la cabeza presidencial la idea de una reformulación de la lógica ministerial para recobrar credibilidad interna y externa y buscar alguna chance electoral firme el año que viene.

Se supone que tenía ese mandato de gobernadores y sindicalistas, preocupados por la situación económico-social y por la presión “de abajo hacia arriba” que barruntan en sus respectivas provincias y en los gremios.

En ese esquema, el titular de Diputados se percibiría a sí mismo como una suerte de “garantía de sensatez” frente al establishment local y las miradas externas, básicamente la de Estados Unidos cuya influencia en el Fondo Monetario Internacional es indiscutible. Así, se operó muy fuerte durante el domingo frenético la teoría de que Massa podría asumir como un súper jefe de gabinete, bajo cuya órbita de mando estarían, como mínimo, el ministerio de Economía, la agencia recaudadora AFIP y el Banco Central.

Para el reemplazo de Guzmán, el tigrense siempre esgrimió la carta de Martín Redrado, que en verdad es un nombre mucho más amigable para los mercados que el de Batakis. Básicamente, porque siempre ha trabajado en o para los mercados. Pero, hoy se sabe, Redrado pedía ciertas condiciones lógicas -por ejemplo, un acuerdo con la oposición para sacar leyes imprescindibles- que nadie pudo garantizarle.

Se supone que de esto hablaron Fernández y Massa en la maratónica reunión del domingo a la mañana en Olivos. El empoderamiento del segundo sería en pos del bien común del gobierno y una suerte de hito fundacional para encarar la etapa que falta hasta el final del mandato de Alberto, según lo que desparramaban las fuentes del massismo y, hay que decirlo, también del círculo presidencial. Nombres como el de Marco Lavagna o Miguel Peirano, cercanísimos al de Tigre, también sonaron como posibles futuros ministros.

Pero no pasó nada de eso. Hay dos versiones de porqué el diputado se quedó con las ganas.

Una: Fernández sólo estaba dispuesto a cederle a Massa el ministerio de Economía, para él mismo o para un hombre de su riñón. El Presidente habría sentido que la suma del poder que pretendía Massa lo relegaba a él mismo a un rol secundario, casi como un mandatario dedicado a viajar y cultivar relaciones internacionales.

Dos: Cristina, a pesar de que tiene buen vínculo con Massa, tampoco habría estado de acuerdo en empoderarlo tanto. Porque no confiaría en que se encuadre dentro de su modo de ver la economía doméstica (en ese sentido, Batakis sería para ella una garantía) y porque, si tenía un cierto éxito, podría ser una catapulta para el proyecto político presidencial personal del tigrense. Se ve que, si no es ella la postulante, la vice no quiere perder su condición de gran electora del peronismo.

El domingo, Massa terminó saliendo de Olivos sin nada de lo que pretendió. ¿Una derrota? Depende el prisma con el que se mire. En verdad, su idea era lo que pretendían muchos actores del sistema de poder argentino e internacional. Tal vez no tanto por su propia figura sino por el hecho de que hubiera significado un cierto tope a las pretensiones expansionistas de CFK en el gabinete.

Hace unas semanas, el massismo tragó el sapo del desembarco de Daniel Scioli en Producción. Scioli es un enemigo interno de Massa desde hace años. Es un error leer lo de Batakis como un avance del ex gobernador: hace rato que la economista le reporta a Cristina y a Wado de Pedro.

En el massismo insistían ayer en que Batakis nunca podrá obtener la credibilidad necesaria para salir de la crisis porque su llegada es sólo “un cambio cosmético” y el Presidente, más tarde o más temprano, terminará golpeando la puerta de Massa para aplicar el plan que bochó el domingo pasado. Quimeras.

Fue sugestivo que ayer se suspendiera un acto agendado antes de la crisis del fin de semana en el que Fernández y Massa iban a firmar juntos, frente a las cámaras, la promulgación de la Ley de Alivio Fiscal para Pequeños Contribuyentes y Autónomos, un proyecto sancionado la semana pasada por el Congreso cuyo autor es precisamente el tigrense. Fue un rato después de que el actual jefe de Gabinete, Juan Manzur, confirmará que Massa no pasará al Ejecutivo. “Se queda en Diputados”, dijo el tucumano. Al final se hizo algo muy breve, privado, un trámite más que un acto.

El Frente Renovador de Massa, que hasta 2019 era aliado de Juntos por el Cambio en la Provincia, es una de las patas de la alianza gobernante y por eso tiene cuotas de poder en el gobierno. No es la pata más importante, porque ese rol es de Cristina, pero ha aportado lo suyo. Después del desacuerdo del domingo, ¿se reactivará la movida que venía impulsando el diputado para hacer un congreso nacional de su espacio con la idea de analizar la conveniencia de seguir formando parte de un Frente de Todos claramente fracturado por la mala relación de Alberto y Cristina, que podría encaminarse a una derrota electoral el año próximo? Tal vez haya noticias de este tema durante la semana.

Mariano Pérez de Eulate

Alberto Fernández Argentina crisis política Cristina Kirchner el tigrense Silvina Batakis

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso