Por estos días la provincia de Catamarca y los catamarqueños acabamos de vivir la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, acontecimiento que año tras año deleita a un importante segmento de la población. Dentro del evento y como una actividad primordial, las autoridades han tenido la poco feliz idea de incorporar en ediciones anteriores “Mi Bingo Catamarqueño”, que además no tiene nada que ver con la Fiesta del Poncho.

Esta vez con un nuevo y solapado engaño, cuando el máximo responsable del juego en la provincia manifestó "que el juego ayuda a muchas instituciones”. Tal afirmación es una falacia. El juego no ayuda a nadie, el juego es una adicción tan peligrosa y devastadora como cualquier adicción. Con el agravante que el interventor de CAPRESCA ha afirmado “que éste año nos fue bien”, a pesar de la crisis. ¿En qué quedamos? ¿A quién le fue bien? Les fue bien a unos pocos agraciados, que antes fueron mil veces desgraciados.

¿Sí antes de “Mi Bingo Catamarqueño” había crisis? Ahora, después del sorteo ¿Se acabó la crisis? Al único que le va bien con el juego es al Estado y en segundo lugar a los licenciatarios. El resto, lo padece y a los gobiernos de turno poco les importa, miran para otro lado. Claro, el juego es una fuente directa de ingresos, que además se maneja en la oscuridad porque nadie sabe cuánto y cómo se recauda, cómo son los sistemas computarizados de los tragamonedas, si se controla el cumplimiento, porcentaje de premios, etc.. Además, el sistema de juego y la permisividad total, lo colocan en una actividad que es terreno fértil de lavado de dinero proveniente de fines ilícitos y de muy difícil control para la Administración Federal de Ingresos Públicos.

Las autoridades se olvidaron lo más importante. La dignidad de las personas. Quizás no sepan que  el juego destruye familias enteras, vidas, ya que provoca suicidios, de las víctimas o de sus familiares; genera violencia y todo tipo de miserias, de las peores. Madres/Padres jugadores empedernidos, potencialmente madre/padres autoritarios y violentos.  En Catamarca, el Estado no tiene planes de asistencia a la Ludopatía porque lisa y llanamente no hay conciencia del flagelo que es el juego y sí lo hay, no les interesa, ni a éste gobierno ni a los anteriores, ni a la Iglesia Católica ni a nadie.

Las ideas de los funcionarios escasean, no así las que están orientadas a seguir esquilmando a la población con los juegos de azar. Ruleta, Casino, Casinos electrónicos, carrera de caballos, cuatro quinielas diarias y seis veces por semanas. Sin dudas, un Estado angurriento que ignora por completo las consecuencias sociales que provoca con una actividad peligrosa para el ser humano, que insta a la adicción y deja al jugador y su entorno familiar, desamparados.

Ya el sólo hecho de tener un Casino con tragamonedas y además y por si fuera poco cuatro o cinco sucursales en la misma ciudad y en Valle Viejo es una incitación desmedida al juego. Otro flagelo que provoca la espuria industria del juego de azar es el fenómeno urbano de la usura, siendo nuestra provincia y particularmente nuestra ciudad capital, el mayor antro de usureros, incluso muchos de ellos, institucionalizados y con patente de corso. Este tipo de juegos en una provincia como la nuestra, deberían concentrarse en los lugares turísticos y no en el medio de una ciudad, donde residen las familias con niños. Y no podemos hablar de derechos adquiridos cuando como consecuencia del juego, mueren personas.

El estado provincial debería ocuparse, como lo hacen la mayoría de los estados provinciales, de generar paliativos terapéuticos para atender a los enfermos de ludopatía. Y esa respuesta debería ser proporcional a la descomunal oferta de juego que hay en nuestra provincia, principalmente en la ciudad capital.

Aquí algunas de las consecuencias que provoca la Ludopatía:

Los jugadores patológicos tienden a tener una serie de problemas en distintas áreas de su vida a causa del juego.  Estas consecuencias son las siguientes:

Psicopatológicas: En el ámbito personal la persona  presenta tristeza, ansiedad, depresión, irritabilidad.

Familiares: En el entorno familiar y de pareja empieza a existir una desatención familiar, falta de comunicación, alteraciones en la sexualidad, etc.

Laborales/ Académicas: En la situación laboral u académica disminuye su rendimiento en el trabajo, desmotivación, faltas injustificadas, lo que puede propiciara el abandono del trabajo u estudios, despidos, etc.

Sociales: En el entorno social hay desatención de las amistades, disminución de las actividades de ocio, pérdida de relaciones significativas, etc.. El juego de azar está íntimamente asociado a la prostitución y a la trata de personas.

Consumo de sustancias: En algunos casos uso y abuso de tabaco, alcohol, cocaína entre otras sustancias psicoactivas.

Legales: En las relaciones con la justicia, frecuentemente problemas a por motivos de estafas, robos y otras actividades delictivas.

Económicas y financieras: En el plano económico hay deudas y problemas de dinero relacionadas al juego. Es común que los jugadores empedernidos hipotequen sus casas, oficinas o prenden sus autos, paguen altos intereses por préstamos que jamás serán devueltos y que en muchos casos pierden todo y perjudican a la familia y destruyen los sueños de los niños.

Es hora de que el gobierno no mire más para el costado, el flagelo es real y el autor, conocido.