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Opinión

La reina del pobrismo

Editorial

El término “pobrismo” remite a una expresión argentina utilizada para denominar a las políticas basadas en subvencionar a los pobres sin ningún objetivo de erradicar la pobreza. Es obvio que los “pobristas” no se detienen en estas cuestiones sino en mantener ese estado de cosas en su vida personal, mientras “los otros” sufren las privaciones pergeñadas por ellos.

Subvencionar a los pobres (pobrismo) es quitarles la dignidad humana, valor que tienen las personas por sí mismas. No es una condición provista por un igual o por alguna institución, sino que es consustancial a la humanidad, sin distinción de sexo, raza, religión u orientación sexual, y es además irrenunciable e inalienable. Una existencia digna –o al menos digna del ser humano– suele definirse como aquella que le permite explotar sus capacidades y esforzarse por crecer en el mundo. En un momento sí, pero es una medida transitoria, no debe ser política de Estado subvencionar un sector de la población del país en forma indefinida, como resulta ser la pretensión de quienes suscriben el pobrismo.

El populismo es cortejar a la pobreza como una novia. Es enaltecer la escasez, justificarla para no combatirla, no tener está bien y no queda otra, deben aprender a resignarse a ser pobres. Lo que quieren los pobres es bueno, está bien, el soberano debe empatizar con su hidalguía de no tener y que los que tienen dinero no quieren al país, son el enemigo a vencer porque tener está mal, sus fortunas han sido conseguidas espuriamente, es cierto que hay ricos que hicieron sus fortunas mal habidas, que generalmente se han favorecido por su cercanía con el poder de turno, pero hay una gran cantidad de ciudadanos, gente honesta, que ha progresado significativamente, trabajando y pagando impuestos.

Llegados con la promesa de combatir la pobreza y promover la prosperidad, los populistas terminan siempre combatiendo la prosperidad y promoviendo la pobreza, porque de ella se sirven una y otra vez, sin solución de continuidad, al fin y al cabo, configura la razón de ser de esta distorsión social vacua y engañosa porque cada dos años sacan a relucir esa condición culpando al capital. Pero la gente ya no compra ese discurso. Se acabó, al menos por ahora.

Y acercarse al pobre es acercarse a Dios, volver al estado de naturaleza. Tiren las tarjetas de crédito, ¡serán más puros! Como predicaba el padre Carlos Mugica, “deben ascender a la clase popular, deben hacerse pobres”.

A estas ideas adhiere la senadora por Catamarca, Lucia Benigna Corpacci y las practica, o mejor dicho las practicaba porque ya existe una consciencia colectiva de su “modus operandi”, que con los métodos que utiliza el populismo kirchnerista, van todos al muere, el empobrecimiento de toda la sociedad es inexorable.

En el reportaje que se viralizó en las redes en donde el cronista le preguntó si le parecía bien haber votado el aumento a la dieta de los senadores, fiel a su estilo, primero se enojó, no está acostumbrada a que le pregunten algo que no quiere contestar, y después siempre usa dos caminos para salir del paso, o se hace la que no sabe o contesta irónicamente, que es lo que hizo en este reportaje que generó tanta indignación. Porque lo que hace ella está siempre bien y no se la puede contradecir. ¡Es la reina!

Desde que llegó al poder no ha realizado nada bueno para la provincia, solo ha mejorado su nivel patrimonial personal y el de su familia. Después de dos mandatos al frente de la gobernación dejó una provincia devastada, con obras inconclusas, con anuncios grandilocuentes, con mentiras, con una estrategia mediática subvencionada por la pauta oficial y con un Estado elefantiásico y prebendario, que sólo generó más pobres. Los números de su gestión son desastrosos, pero tenía buena imagen, porque de acuerdo con el manual del populismo, se mostraba como una mujer simple, austera, cercana a los pobres.

Desde que dejó la gobernación, la gente de a poco empezó a darse cuenta de quién es realmente. Hoy nadie duda de quién es Lucia Corpacci, con su imagen por el piso, ya no tracciona como socia política de nadie y los que es peor es un lastre para cualquier candidato.

De reina del pobrismo, al nepotismo exacerbado al acomodar inmoralmente a toda su parentela y amigos en cargos públicos, con sueldos desproporcionados, le está llegando su hora más oscura, recalando en un marcado ostracismo, ya que las estadísticas de su reputación política les son netamente desfavorables, con una caída estrepitosa de su imagen positiva y en la otra punta, con su imagen negativa que ha aumentado notablemente.

No podemos dejar a soslayo que la tendencia de sus números desfavorables fue potenciada a partir del público anunció que votaría en contra de Ley Bases en el Senado de la Nación, donde como senadora de “Unión por la Patria” representa no ya a una provincia que necesita despegar imperiosamente, sino a un grupúsculo insignificante de kirchneristas recalcitrantes, sólo preocupados por su ombligo y zonas de influencia, menospreciando por ejemplo, a miles de monotributistas que ansían permanecer en esa condición, porque están próximos a ser responsables inscriptos debido al desastre impositivo que dejó el gobierno de los Fernadez, Alberto y Cristina, principales socios políticos de Lucía Corpacci.

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