Hay algunas novedades que no dejan de aclararme algo la vida. Al parecer llegó Massa al Gobierno; si, Massa, que ostentará el cargo de Super, super, super Ministro, pero que me da la sensación que ha llegado vía express, por colectora, a la Presidencia virtual de la Nación.

Producto de la pelea con la Vice, de su propia debilidad, de la presión de Grabois, de la falta de dólares, del Fondo Monetario, de la inflación, de la salida del Cali Izquierdoz de Boca, del calentamiento global, del enternecimiento de Delía que llama a la paz, del Paro de la CGT que por primera vez en la historia no es contra ningún gobierno sino contra la inflación, el Coronavirus y la pizza de ananá, lo cierto es que Alberto Fernández tiene olor a pasado.

No lo voltearon los militares de Rico que ni lo escucharon; no lo volteó la CGT que sólo protestó porque no soportó la presión y lo hizo contra nadie; no lo volteó la oposición que en los momentos cruciales como el del acuerdo para evitar el default, acompañó al Presidente. Lo volteó el “Fuego amigo”.

El rearmado no anduvo bien. A Scioli que no encontraba una licencia para pedir vacaciones en la Embajada de Brasil, le encontraron la vuelta de nombrarlo Ministro de Desarrollo; cumplidos los cuarenta y cinco días necesarios, partió de nuevo para Brasil. A Batakis le dijeron que vaya a EEUU que le cubrían la espalda y la destituyeron en el viaje; como a Solá, la despidieron por teléfono, antes de que llegaran a cambiar los portarretratos del escritorio de Ministro. Lo sacaron a Beliz que era Ministro de Asuntos estratégicos, que había resumido en la intervención de redes, y la nombraron a Marcó del Pont. Había que ubicarla y Béliz fue el primero en renunciar; de casualidad no la nombraron en el mercado Central. Zafamos de Capitanich porque al parecer hubo una intervención de último momento del Espíritu Santo, y así sucesivamente.

Llegó Massa y pidió todo. Y le dieron casi todo.

El rumor de su llegada hizo bajar el dólar y el riesgo país. Su nombre, al parecer, impone seriedad, conducta, lealtad, un camino del que sabemos no se va a mover. Sabemos que viene con Malena que es otra garantía. Hay una trayectoria que abre una expectativa. O dos. O tres. O las que quieran. Me pregunto si quienes deciden todo esto no pagan la señal de cable o viven en un tarro. Encontrar en Massa un ícono de confianza es algo que nunca se me hubiera ocurrido.

Nos queda saber qué hará Alberto el tiempo que le queda, y cuanto le durará a Massa el respaldo de Cristina. Las intrigas palaciegas hacen recordar al tiempo de los emperadores romanos. Falta que aparezca el veneno.

Ojalá encuentren algún camino para mejorar todo lo que está pasando, pero esto huele a un maniobra interna en la que varios quieren que toda la cuenta la pague uno solo. Y ver si pueden levantar imagen para las elecciones. O quizás yo esté equivocado y esto solo sea lo que a mí me parece. El tiempo dirá.