Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $865,50 / $905,50
Dólar Blue: $1.100,00 / $1.120,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.069,87 / $1.071,87
Peso Chileno: $99,34 / $99,84
Opinión

Ante la duda de suicidarse o barrer

Columna destacada

Debo reconocer que la capacidad de ser sorprendido por las habilidades de Cristina Elizabeth Fernández, es inagotable. Esa capacidad no habla de mi insaciabilidad sino de la creatividad infinita de la señora vicepresidente. Es como si se me preguntara cada día qué quiero comer y respondiera: prefiero ser sorprendido. Leo atentamente las noticias diariamente y nunca me crucé con la advertencia hecha por alguien acerca de la alternativa con la que nos sorprendió al comenzar la semana. Tiene una inventiva sin libreto. A la vez me sumo a los que piensan que son expresiones debidas a las urgencias judiciales; son resultado de una inquietud desestabilizante. Pero nadie la vio venir, nadie de los que leí adelantó la posible movida. Creo que fuimos varios los sorprendidos.

Esta semana me acordé -y lo asocié a las inquietantes y desesperadas señales de Cristina Elizabeth Fernández- de una secuencia gráfica que vi y leí cuando era adolescente. Fue una sucesión de cuadros hechos en dibujos que desarrollaban los movimientos de un hombre a punto de ahorcase utilizando una soga. El hombre se subía a un banquito para colocarse la soga al cuello y ve que había polvo sobre el mueble que estaba junto a él. Inmediatamente baja del banquito y va a buscar un trapo para limpiarlo. De gracioso tiene muy poco, aunque pretendía ser un chiste; pero lo recuerdo con mucha claridad porque de enseñanza sí que tiene y en aquel entonces no pude evaluarlo, pero aún lo recuerdo. Lo que entiendo hoy del dibujo es lo difícil que resulta ir contra su naturaleza. Todos conocemos la enseñanza de la fábula de “El escorpión y la rana”. Ir contra su propia naturaleza es ir contra uno mismo. No puedo actuar de otra manera sencillamente porque no sé cómo hacerlo.

La moraleja (quiere decir la pequeña enseñanza, la moral que se extrae de una historia) es la rigidez sicológica del suicida en cuestión que, ante la decisión que cerrará su historia personal, se impone la limpieza del polvo que ve sobre el mueble porque lo desestabiliza, lo pone en crisis, otro tipo de crisis; aunque esté por clausurar su vida, hay un orden del que no puede sustraerse porque está en su naturaleza y no puede actuar de otra manera. Peor crisis que llevarlo a quitarse la vida no hay, aunque ésta es de orden existencial, de sinsentido existencial –llamémoslo así-; la otra es de orden sicológico estructural; mientras viva que sea respetado el orden que me contiene.

La gente común, esa gente que hace su tarea diaria con seriedad, con responsabilidad, que no lee los diarios ni se interesa por las cosas públicas, que no entiende de asuntos de la política, esa gente lo que quiere es que les den las condiciones para facilitarle la resolución de sus problemas cotidianos. A mi casa viene a realizar tareas domésticas una persona que responde a esas características. Me cuenta que se levanta a las cuatro de la mañana porque tiene varios trabajos y sé, porque me consta, que llega a su casa bien entrada la noche. Los fines de semana lo hace como bartender, porque estudió para eso, me dice, y se pasa casi toda la noche del viernes y sábado atendiendo clientes en su lugar de trabajo. Les confieso que es dueña de toda mi admiración. En algunas ocasiones conversamos sobre temas de actualidad, cosa que sucedió esta semana; salió el tema del Consejo de la Magistratura y los ministros de la Corte. No había escuchado nada del asunto y además “no entiendo de esas cosas”, me dijo. Sus problemas son las quince cuadras que hace de noche entre su casa y la parada del colectivo que la aproxima; esos son sus problemas. Alguna vez me pidió que le transfiriera porque llegaría muy tarde a su casa y no llevar plata encima la dejaba más tranquila.

El 6,7% de inflación de marzo (este mes viene pésimo), la seguridad, la violencia, la circulación de la droga, los cortes de calles, avenidas (el plebiscito realizado en Uruguay hace poco, preguntaba sobre la permisión o no de los cortes de rutas y calles: la votación fue abrumadoramente por el no permitirlos), la caída de los ingresos, la calidad de la educación, esos son los problemas. A nadie le puede resultar indiferente el Consejo de la Magistratura, o la composición de la CSJN, pero ese es un problema para los entendidos, para los que se interesan por esas cuestiones, para la mayoría de la gente resultan temas inalcanzables, abstractos. A medida que las instituciones se fortalecen y los organismos cumplen sus responsabilidades, desaparecen de las páginas de los diarios y de las conversaciones de la gente.

En lugar de la partición del bloque de Senadores para colocar un consejero más que responda a Cristina Elizabeth Fernández, o de modificar el número de los ministros de la Corte (antes de que fuera de cinco, como en la actualidad, era de nueve; fue un proyecto de su autoría que lo redujo al número de cinco como era originalmente) lo que urge es dar respuestas a los problemas que plantea la gente común. En la interpretación del relato hecho antes, el del suicida que ve polvo y suspende su ejecución para limpiarlo, en clave de esa lectura, podemos decir que el pueblo argentino está por subirse al banquito suicida y se lo pretende distraer con un polvillo que no interesa a nadie o a muy pocos, aunque institucionalmente sea muy importante. Son otros los problemas de la sociedad en general.

Cómo puede ser que un problema personal con la justicia, y con la sociedad a través de la justicia, pueda crear un conflicto que tenga al país en vilo. Cómo puede ser que intereses personales generen un clima de desconfianza que desestabilicen el país, al gobierno del que ella es parte. Pero es así. Una vez más nos sorprendió y lo logró. Más sorprendente es que la sigan, que obedezcan, que se sometan. Entendería que se siguiera a líderes en proyectos políticos o planes de gobierno, es lo que hacemos cuando al votar nos identificamos con este o aquel, pero ser obsecuente de una persona que enrevesa las urgencias sociales por intereses personales resulta incomprensible.

La desesperación ante sus urgencias judiciales enturbia su conducta. Cómo arrastra subordinadamente voluntades para obtener resultados de su interés será un asunto que estudiará la posteridad como dato curioso del encantamiento colectivo.

Qué hay en el corazón de Cristina Elizabeth Fernández, es otra incógnita. Esopo (griego, s. VI a. C.) escribió muchas fábulas, algunas muy conocidas; en una de ellas cuenta que el dios Momo fue expulsado del Olimpo porque se burlaba de los otros dioses, entre ellos de Zeus. En una ocasión criticó a Zeus por un tema, a Atenea por otro y a Prometeo por no haber creado al hombre con una ventana en el pecho que permitiera conocer sus sentimientos y sus pensamientos; de esa manera sabríamos qué piensa y siente cada uno. Claro que podemos acercarnos al interior de una persona a través de sus palabras y acciones, de sus silencios también. A la vicepresidente, percibo, solo le interesan sus temas personales y por eso, solo por eso, vive cada día. Dijo en una ocasión que ya la juzgó la historia; me inclino a pensar que en una dirección diferente a la que se autopercibe.

El actual gobierno será recordado por los 130000 muertos, por las fiestas en cuarentena, por los privilegiados con las vacunas, por la inflación, por la deuda creciente a paso redoblado, por las divisiones internas, por los golpes palaciegos, por la falta de diálogo entre ellos mismos, por la caída de la capacidad de compra del dinero, por el crecimiento de la pobreza, por la emigración de intelectos, por la crispación instalada, por la ausencia de futuro y por muchas cosas más.

Pero se toma, se huele, un perfume en el ambiente de final de ciclo, de desgaste, de dificultades para torcer destinos. Es alentador que técnicos en distintas áreas trabajen en un programa para el país a partir del 2023; ya se da como perdido este turno. Pero que haya un colectivo de gente preparada pensando un proyecto de país, cualquiera que sea quien triunfe, no éstos, claramente, que han demostrado muy poco interés en el bien común, eso es alentador.

 

 

(*) El autor de la columna es Licenciado en Teología (UCA) y Licenciado en Letras (UBA)

 

Argentina Cristina Fernández de Kirchner disonancia cognitiva opinión suicidarse o barrer

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso