Estamos luchando contra los molinos de viento ¿o no? ¿Nuestros enemigos son imaginarios? Los del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha lo eran. Los nuestros no, aunque tengamos que luchar como si lo fueran. Qué en nuestra provincia no funcione la justicia no es imaginario, es real.

La corrupción es endémica porque para los políticos en el poder, la moral es una barrera infranqueable, un terreno desconocido. Directamente no tienen moral. Los honestos luchan contra enemigos imaginarios que la justicia y la impunidad se encargan de desdibujar. Es una lucha en la que por ahora van ganando los corruptos. Una lucha desigual. Pero no está muerto quién pelea.

No es nada imaginario es bien real. No existen los enemigos imaginarios, conviven con nosotros y hasta quizás con muchos de ellos compartamos la mesa. Sancho le explicaba a Don Quijote que los gigantes que él veía, eran en realidad molinos de viento y que los verdaderos enemigos eran las aspas. En todas partes aflora la corrupción y de a poco van apareciendo los corruptos, solo falta que la Justicia deje de ser imaginaria y los comience a perseguir, aprehender y condenar.

En ese contexto es válido preguntarse ¿nos va bien o nos va mal como sociedad? Y no es una pregunta general o a la provincia vecina. Es una pregunta para nosotros, los catamarqueños. La sensación es que nos va mal. La corrupción está instalada y se gobierna bajo el manto de la impunidad.

Una y otra vez, quienes acceden al poder, quienes son gobierno, quienes resultan elegidos, no adquieren la condición de autoridad bien constituida, sino que adquieren la patente de corso, esa que les permite apropiarse del Estado como si fuera su propia estancia o negocio. Se hacen ricos a costilla del pueblo. Se hacen explotadores de la tierra como si hubieran nacido campesinos. Se hacen empresarios inmobiliarios y antes eran inquilinos. Así, mantienen la pobreza y en cada elección se sirven de ella, porque la pobreza es una fuente que siempre está servida.

Ya que no podemos ver el fin de la corrupción a través de la Justicia, es decir con una sentencia ejemplar, o con una prisión preventiva o una condena efectiva, o un juicio justo, nos quedan dos escenarios, uno la libertad de expresión y otro implícito, que consiste en denunciar y hacer visible  entre nosotros, la propia realidad, esa que nos lacera y nos indigna.

Ejemplos: La cloaca de Valle Viejo, que desparrama malos olores entre sus calles y también entre los pasillos de la Casa de Gobierno, porque se sabe cuál fue el “negocio”, no hubo justicia y es un acto impune. ¿Quieren otro caso? La circunvalación de la ruta nacional número 38 costó a la provincia el doble de su valor intrínseco. Si se hubieran aplicado esos fondos de la sobrevaluación a la obra, hoy tendríamos una autovía con colectoras en ambos sentidos, bien iluminada y la capital seria una ciudad previsible y cientos de muertos estarían vivos. Otro acto que quedó impune. Nos va mal porque la corrupción, la falta de justicia y la impunidad sólo traen muerte, la que nos acecha cada día, a todos sin distinción ni condición social.

El Hidalgo Don Quijote de la Mancha veía gigantes, Sancho Panza, más realista veía los molinos de viento, los ciudadanos de a pie tienen identificados a los enemigos de la democracia,  saben quiénes son los corruptos y quienes administran impunidad. Y ellos saben que otros, lo  saben. Sólo es cuestión de tiempo porque nada es para siempre, salvo la muerte y ellos también lo saben.