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Opinión

La pandemia desnudó al mundo de problemas irresueltos

Llega la Navidad, se acerca el fin del año, un año viejo y malquerido por la humanidad, con sus contras y sus descubrimientos, algunos tristes, otros desafortunados y también sorprendentes. Para estas épocas, habitualmente los terráqueos hacemos el balance del año y esta vez con casi nada para festejar y mucho para lamentar.

La pandemia desnudó al mundo de problemas irresueltos, aquí, allá y en todas partes y nos ha puesto a prueba en cuanto a nuestra fortaleza para enfrentarlos, algo que no es fácil en la era del facilísimo, de los mínimos esfuerzos. Vivimos tiempos en dónde hay que llegar a la cima a cualquier precio, no importan los medios. El trabajo, el estudio y el sacrificio hay caído en desuso, porque el atajo se ha transformado en el camino principal.

En la Argentina en particular, el coronavirus ha llegado en un momento muy difícil, estamos en una crisis profunda y que no es del gobierno anterior, ni del actual, es producto de políticas equivocadas en los últimos 50 años. De hecho el país que menos a crecido de la región con excepción Venezuela en los últimos 40 años es el nuestro.

En todos estos años hemos tenido algunos periodos de bonanza que han sido circunstanciales y que se debieron a procesos económicos mundiales que han favorecido a nuestro país sin que hayamos realizado ningún mérito para ello. Recordar el boom de los commodities en el año 2002 por citar un ejemplo, en dónde nos hemos visto beneficiados producto de movimientos en la economía global. Mal aprovechados por supuesto.

Este año la clase política ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias, cómo de costumbre, pero la enorme crisis desatada por la pandemia ha puesto de manifiesto que no tenemos estadistas, sino que mantenemos el formato populista del clásico estatista, el que cree infelizmente que el Estado todo lo soluciona o todo lo puede. Ese Estado que es sostenido por la producción y el trabajo de cada menos actores. No hay futuro sino revertimos esos conceptos vetustos, propios de sistemas fracasados.

Necesitamos un Churchill que le diga la pueblo que se necesita sangre, sudor y lágrimas, y no un presidente que está en entretenido en el culebrón de la Operación Rusa. Es lamentable la puesta en escena del arribo de la vacuna, un show innecesario y decadente en dónde se festeja la llegada de una avión con 300.000 dosis en un país de más de 45 millones.

Una verdadera burla que en los tiempos que corren se torna ofensiva. Nadie sabe, nadie informa si se trata de dos dosis, porque en ese caso serían 150.000 las vacunas, un chiste de mal gusto si se repasan las promesas del gobierno. Eso no es todo. El Presidente echó al embajador argentino en China. Un papelón sin precedentes en la historia de la diplomacia mundial, porque el hombre, embajador de carrera, no logró el objetivo de cerrar un acuerdo con China por la compra de vacunas.  Parece  que la falta de acuerdo se origina en la  Argentina con un canciller próximo a "renunciar" . Ese embajador fue designado por el actual gobierno, es de carrera y Diego Guelar,  anterior embajador afirmó que su salida lo convierte en un "chivo expiatorio" y que el fracaso no es del diplomático sino del país.

Pasando al ambiente local, nada se ha destacado de la mediocridad general que más arriba comentábamos. Un gobernador muy pendiente de las decisiones del ejecutivo nacional. No se supo aggiornar a nuestras realidades y para colmo de males, con un déficit en la comunicación de los actos de gobierno que es palpable.

Mucha presencia en las redes, marketing vacío de contenido. Se hacen cosas, se gestiona ampulosamente, pero la opinión publica, en la mayoría de las ocasiones desconoce los objetivos y las motivaciones de una gestión errática, que entre otras cuestiones, para hacer cambios de funcionarios, modifica las instituciones. La gente espera que le solucionen los problemas, no el show de los instagramers ni la utilización de las mayorías automáticas ejecutar un plan carente de identidad política y estratégica.

La situación es muy difícil, para el gobierno y mucho más difícil para la gente. No es posible hablar de una nueva normalidad sino lisa y llanamente de la anormalidad eterna, desde el momento que el poder adquisitivo del salario se derrumbo a guarismos desconocidos.

Empezamos la cuarentena el 19 de marzo y el primer caso de Coronavirus en la provincia fue el 3 de julio. A la oposición no se le cayó una idea, demasiado enfrascada en políticas viejas y métodos antiguos que ya resultan intrascendentes, pasados de moda. Dejan que la iniciativa política sea sólo del gobierno y no aportan nada sustancial para intentar cambiar una realidad social por demás injusta.

Esta semana el oficialismo aprobó por mayoría un proyecto de expropiación de tierras en la Ciénaga para instalar un polo productivo en Belén. Más allá que nadie sabe como se sustentará el desarrollo propuesto desde el gobierno, que luce ambicioso, la sensación que nos quedó a todos es que la oposición desconocía el proyecto de ley, en más ni siquiera habían sacado un despacho de comisión en minoría, lo que significa que no asistieron a cumplir con sus funciones en la respectiva comisión. Esta vez, el oficialismo tuvo razón, los legisladores de Juntos por el Cambio, que hubieran acompañado el proyecto, solo alegaron en la sesión y al unísono que desconocían el espíritu del mismo, a pesar de haber tenido el tiempo suficiente para analizarlo, esgrimiendo de ese modo su propia torpeza. La pandemia los desnudó, pero ellos siguen con el traje viejo.

Así que está Navidad nos encuentra sin nada para festejar, solo con el aliciente de haber vivido un año más de vida. Ha sido un año para el olvido en dónde todos hemos perdido algo, mejor dicho, casi todos, pues los dirigentes políticos mantienen su "statu quo", ya que para ellos no hay crisis, son indemnes a los avatares dela crisis social y mantienen todos sus privilegios, porque todos los sectores han resignado algo menos la casta gobernante y eso tarde o temprano lo van a pagar en las urnas.

Lamentamos no poder hablar de un mundo mejor, sencillamente porque el Mundo está peor y muchos no han despertado todavía a la tragedia humana que alteró el ritmo de todos y por muchos años, aunque nos cueste creer. Estamos desnudos por la pandemia y todavía no advertimos que debemos colocarnos ropa nueva, más sencilla, dejando las estridencias y las extravagancias de la vieja política de lado. Debemos ir todos hacia una sistema de cooperación mutua. Es lo que espera la gente de quienes dirigen la cosa pública.

Para destacar, el apoyo de nuestros lectores a nuestro portal digital de noticias y opinión, que crece día a día, permitiendo que éste pequeño emprendimiento se sostenga en el tiempo. El vinculo entre el medio y la sociedad existe, lo valoramos mucho y seguimos adelante colocándonos siempre de lado de la ciudadanía a quienes nos debemos.

¡Feliz Nochebuena y Feliz Navidad! para todos los habitantes de la querida provincia de Catamarca, y en especial a los lectores de El Pucará.

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