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Opinión

Un nuevo aniversario del nacimiento del Padre de la Patria

25 de Febrero de 1778 - 25 de Febrero de 2020

"En la margen derecha del majestuoso río Uruguay, más arriba de las cascadas que interrumpen el tránsito de las naves está situada entre naranjales y palmeras, la villa de Yapeyú, habitada principalmente, allá por 1776, por indios a los que la misteriosa ciencia social de los Jesuitas redujo a la vida civilizada.

En aquellas comarcas que aun llevan en su memoria el nombre de Misiones, y que hoy forman parte de la provincia de Corrientes, nació Don José de San Martín un veinticinco de febrero por los años 1778.  En la época de los jesuitas, era Yapeyú una de las poblaciones más florecientes de su imperio teocrático. Al tiempo del nacimiento de San Martín, era todavía una de las más ricas en hombres y ganado. Nació a la sombra de palmas indígenas. Borró quizás de su memoria estos espectáculos de la primera edad, pero no olvidó jamás que había nacido en tierra americana.

El recuerdo de ese pedazo de tierra americana, habría de perseguirlo toda su vida. Y no solo el soñaría con el regreso. La familia San Martín cumplió en América la mayor de sus realizaciones. Aquí se casaron, aquí nacieron sus hijos, aquí desempeñó el padre, sus misiones más importantes.

Mitre y Sarmiento nos dicen que los primeros compañeros de banco de San Martín fueron los pequeños indios y mestizos a cuyo lado empezó a descifrar el alfabeto en la escuela del pueblo de Yapeyú. El pequeño José Francisco tenía cuatro años cuando llegaron a Buenos Aires. Ricardo Rojas autor de “El Santo de la Espada” dice que llegó a Buenos Aires a la edad de la razón, y aquí lo iniciaron en la doctrina cristiana, en la historia sagrada, en la gramática, aquí aprendió a leer y escribir…”  Al decir de un anciano que había sido su condiscípulo, relata Juan María Gutiérrez, oyó decir que San Martin estaba destinado a ser un gran hombre y que en la escuela era un niño notable y precoz. San Martín había nacido en una Misión, cuyo topónimo aborigen quiere decir “el fruto que ha llegado a su tiempo”.

En 1784 los San Martín embarcaron en la Santa Balbina, los esperaba una larga travesía hacia Cádiz. En abril de ese año la familia por fin pisó tierra española. Se instalaron finalmente en Málaga y comenzaron a organizar la educación de sus hijos. José Francisco ingresó en el Seminario de Nobles de Madrid, se enseñaba allí gramática, retórica, francés, italiano y latín. El joven estudiante tenía ocho años cuando ingresó en el seminario y se sabe que salió a los once para incorporarse como cadete en el Regimiento de Murcia.

En este Regimiento dio comienzo a su verdadera educación. Curiosamente el uniforme era celeste y blanco, colores que tiempo después pasearía por América.  En 1808, San Martín ya había participado en cientos de combates y batallas, derrotando a moros, franceses, portugueses, ingleses por mar o por tierra, a pie o a caballo, en campo abierto o tras murallas.  Después de Bailén ya era Teniente Coronel de Caballería y con ese título pasó a ser Comandante de Dragones de Sagunto. Este será su último puesto en la milicia española, antes de decidir volver a América.

Impregnado de las ideas de libertad que se esparcían por Europa, San Martin solicita su pase a retiro con usos de uniforme y fuero militar para ir a América, más precisamente a Lima con el objeto de arreglar intereses, expresa. La revolución se había instalado en casi toda América y luego de una reunión de americanos en Cádiz resuelven regresar cada uno a sus países de origen para prestar servicios en la lucha.

Tan pronto piso tierra, el Coronel se dijo, “la suerte está echada, vuelvo a pisar tierra del Plata, tierra que dejé hace veintisiete años, espero ser útil a la independencia americana, espero no volver en vano. La historia le dio la razón. No volvió en vano.

Después de diez años de vertiginosa lucha, de revolución y de guerra, de enormes sacrificios, de organizar un ejército, de salvar las más altas cumbres de América, de dar batallas por la libertad, en una epopeya inigualable que hasta hoy es signo de la más alta admiración, de dejar libre a los pueblos de Chile, Perú y la América del Sud, San Martín inicia su exilio, rechazando los oropeles de la gloria y diciendo, “dejo a la voluntad de los pueblos la elección de sus gobiernos…”

Los que lo conocieron en sus últimos años dijeron que aún en su ancianidad se destacaba por la gallardía de su postura y por lo sugestivo y luminoso de su mirada, que era tan impresionante que difícilmente la persona que lo había visto una vez podía borrarla de su memoria.  Juan Bautista Alberdi, ese joven tucumano autor de “Las Bases y puntos de partida para la organización nacional” lo visitó casualmente en Gran Bourg, lo describe con notable precisión y dice:” Yo me paré lleno de agradable sorpresa al ver a la gran celebridad americana que tanto ansiaba conocer. Entró con el sombrero en la mano, con la modestia de un hombre común. Yo lo esperaba más alto y es de mediana estatura, era un hombre de color moreno, lo creía grueso y me ha parecido bien delgado. Yo creía que su aspecto y su porte debían tener algo de solemne, pero lo hallé vivo y fácil en sus maneras y su marcha desprovista de toda afectación. Me llamó la atención su metal de voz gruesa y varonil. Al ver el modo como se consideraba a sí mismo, se diría que ese hombre no ha hecho nada de notable en el mundo”

Las noches entre vigilia y sueño allá en Boulogne, lo desvelarían tormentas de recuerdos de su selvático Yapeyú, de la cresta nevada de los Andes, el rugir de las olas del Pacifico y algún toque de clarín que sonaba en el recuerdo, la triunfal entrada en Lima y el protectorado. A la conferencia de Guayaquil vino la noche de la meditación , el dolor del sacrificio y el desencanto y ahora, al final del camino esta paz , este sosiego, porque sabe que FUE LO QUE HAY QUE SER, O NO SERIA NADA."

(*) El autor es Coronel (R) del Ejército Argentino y miembro de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Catamarca

 

 

 

 

Bibliografía:

Marta Salas: El Niño Criollo – 2014

Bartolomé Mitre: Historia del Gral. José de San Martin y la Emancipación Americana- 1887

Pacifico Otero: Historia de Libertador General Don José de San Martin- 1949

 

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