Suelo preguntarme con cierta frecuencia y hacerlo en éste sitio qué pasa con sendas cruces de las torres de la Catedral Basílica de la Virgen del Valle que siguen brillando por sus ausencia siendo  un golpe al corazón y tristeza por esa ausencia tan prolongada.

Ahora bien, con la misma frecuencia he comentado sobre la triste vista de un enorme jacarandá que nos tenía acostumbrado con sus pintorescas floraciones violetas y, hasta cuando iba perdiendo sus flores de las ramas, esos pisos decorados a modo de alfombra viva que le daba una valiosa presencia en nuestra plaza 25 de mayo, al frente mismo de la casa del General Navarro, hoy de la cultura y al balcón que tantas veces nos sirve para comentar asuntos relacionados al paisaje ciudadano y su gente.

Ya lo expresé en ocasiones anteriores y amén de lo poético que pueda resultar aquel título literario de " los árboles mueren de pié", en verdad que verlo todos los días un poco más oscuro en sus bellas ramas, carente de la presencia de hojas y flores, me pregunto si con estos cambios tan bruscos de clima, cuando arrecian vientos de fuerza  inusual, no llevará peligro al causar desprendimientos que, amén de ocasionar el consabido daño al ejemplar , también pueda desprender trozos del mismo causando daños personales a ocasionales transeúntes.

En realidad no tengo respuesta, pero tal vez, alguien con el conocimiento suficiente, pueda darla  a ésta pregunta ineludible: ¿deben los árboles morir de pié?

nota: es obvio que mi intención es que si fuese el caso que debiera  retirarse a tiempo éste ejemplar de jacarandá, inmediatamente los especialistas en plazas y jardines  procedan a colocar al sustituto adecuado